Página 514 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
lo que el Señor me ha revelado en este asunto, estos movimientos
lentos de su parte han obstruido grandemente la obra de Dios y han
hecho que muchas cosas fueran dejadas sin hacer, las que en justicia
deberían haber sido hechas con prontitud. Ahora le será difícil hacer
en su carácter los cambios que Dios le requiere que haga, porque
en su juventud le resultó difícil ser puntual y actuar rápidamente.
Cuando el carácter está formado y se han fijado los hábitos, y las
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facultades mentales y morales se han vuelto firmes, es más difícil
desaprender hábitos erróneos y actuar con presteza. Usted debiera
comprender el valor del tiempo. No tiene excusas por dejar el trabajo
más importante, aunque desagradable, esperando verse enteramente
libre de hacerlo, o esperando que llegará a ser menos desagradable,
mientras que ocupa su tiempo en asuntos agradables que no son
realmente importantes. Usted primero debiera hacer el trabajo que
debe hacerse y que implica los intereses vitales de la causa, y sólo
emprender los asuntos menos importantes después que los más
esenciales han sido hechos. La puntualidad y la decisión en la obra
de Dios son altamente esenciales. Las demoras son virtualmente
derrotas. Los minutos son oro y debieran aprovecharse al máximo.
Las relaciones terrenales y los intereses personales siempre debieran
ser secundarios. Nunca debería permitirse que la causa de Dios sufra,
en un solo detalle, a causa de nuestros amigos terrenales o familiares
más queridos.
“Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero
vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos
entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces
también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida
primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que
poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino
de Dios”.
Lucas 9:59-62
.
Ningún lazo ni consideración terrenal debiera pesar ni siquiera
por un momento en la balanza contra el deber a la causa y la obra
de Dios. Jesús cortó su conexión con todas las cosas para salvar a
un mundo perdido, y requiere de nosotros una consagración plena
y completa. Hay sacrificios que deben hacerse para favorecer los
intereses de la causa de Dios. El sacrificio de los sentimientos es el
más agudo que se requiere de nosotros; sin embargo después de todo
es un sacrificio pequeño. Usted tiene abundancia de amigos, y si