Página 52 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
privilegios religiosos y sus horas de oración, es peligroso; usted ex-
perimenta una pérdida que no puede darse el lujo de sufrir. El hábito
de quedarse en vela tarde por la noche es algo usual; pero no agrada
a Dios, aunque ambos sean cristianos. Estas horas extemporáneas
perjudican la salud, descalifican la mente para los deberes del día
siguiente, y tienen una apariencia de mal. Mi hermano, espero que
tenga suficiente respeto propio como para evitar esta forma de no-
viazgo. Si procura en forma exclusiva la gloria de Dios se conducirá
con una cautela deliberada. No sufrirá un sentimentalismo enfermizo
que ciegue su visión hasta el punto de que no pueda discernir las
altas demandas que Dios le hace como cristiano.
Queridos jóvenes, me dirijo a ustedes tres. Que vuestro blanco
sea glorificar a Dios y alcanzar su semejanza moral. Inviten al Espí-
ritu de Dios a que moldeé sus caracteres. Ahora es su oportunidad
áurea para lavar los mantos de su carácter y emblanquecerlos en la
sangre del Cordero. Considero que éste es el momento crucial en
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el destino de cada uno de ustedes. ¿A quién elegirán, dice Cristo, a
mí o al mundo? Dios pide una entrega incondicional del corazón y
los afectos a él. Si ustedes aman a amigos, hermanos o hermanas,
padre o madre, casas o tierras, más que a mí, dice Cristo, no son
dignos de mí. La religión pone el alma bajo la máxima obligación
ante sus demandas, de caminar de acuerdo con sus principios. Así
como el imán misterioso apunta al norte, de la misma manera las
demandas de la religión apuntan a la gloria de Dios. Por sus votos
bautismales ustedes están comprometidos a honrar a su Creador y a
negar resueltamente el yo y crucificar sus afectos y concupiscencias,
e incluso someter sus pensamientos en obediencia a la voluntad de
Cristo.
Eviten entrar en tentación. Cuando los rodeen las tentaciones y
no puedan controlar las circunstancias que los exponen a ellas, enton-
ces pueden reclamar la promesa de Dios y exclamar con confianza
y poder consciente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Filipenses 4:13
. Para todos ustedes hay fuerza en Dios. Pero jamás
sentirán su necesidad de esa fuerza que es lo único que puede salvar-
los, a menos que adviertan su debilidad y pecaminosidad. Jesús, su
precioso Salvador, los llama ahora a colocarse firmemente sobre la
plataforma de la verdad eterna. Si sufren con él, él los coronará con
gloria en su reino eterno. Si están dispuestos a sacrificarlo todo por