Página 522 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
general. Siempre es más fácil dar expresión a los sentimientos ante
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una congregación, porque hay muchas personas presentes, que ir
a los que han errado y, cara a cara con ellos, declararles abierta,
franca, llanamente, su conducta equivocada. Pero traer a la casa de
Dios sentimientos fuertes contra individuos y hacer sufrir a todos los
inocentes como también a los culpables, es una manera de trabajar
que Dios no aprueba y que hace daño antes que bien. Demasiado
a menudo ha sido el caso que se han dado a una congregación dis-
cursos llenos de críticas y denuncias. No fomentan un espíritu de
amor en los hermanos. No tienden a estimular en ellos una manera
espiritual de pensar para guiarlos a la santidad y al cielo, sino que en
sus corazones se despierta un espíritu de amargura. Estos sermones
muy fuertes que cortan a una persona en pedazos son a veces po-
sitivamente necesarios para despertar, alarmar y convencer. Pero a
menos que lleven las características especiales de estar dictados por
el Espíritu de Dios, hacen mucho más daño que el bien que pueden
hacer.
Se me mostró que la conducta de mi esposo no ha sido perfecta.
Ha errado algunas veces en murmurar y en reprender en forma
demasiado severa. Pero por lo que he visto, no ha cometido faltas
tan grandes en este respecto como muchos han supuesto y como
yo algunas veces he temido. Job no fue entendido por sus amigos.
Les devuelve con firmeza sus reproches. Les muestra que si ellos
están defendiendo a Dios al declarar su fe en él y al expresar su
conciencia de pecado, él tiene un conocimiento más profundo y
cabal de ello que el que ellos jamás han tenido. “Consoladores
molestos sois todos vosotros”, es la respuesta que dirige a sus críticas
y censuras. “También yo—dice Job—podría hablar como vosotros,
si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; yo podría hilvanar
contra vosotros palabras, y sobre vosotros mover mi cabeza”. Pero
declara que no haría esto. “Yo—dice—os alentaría con mis palabras,
y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor”.
Job 16:2,
4, 5
.
Hermanos y hermanas que poseen buenas intenciones, pero que
tienen conceptos estrechos y miran sólo lo externo, pueden tratar
de ayudar en cosas acerca de las cuales no tienen verdadero conoci-
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miento. Su experiencia limitada no puede discernir los sentimientos
de un alma que ha sido urgida por el Espíritu de Dios, que ha sentido