Página 539 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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El deber del hombre hacia sus semejantes
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entre ellos con el propósito de probarlos, y revelar lo que está en
sus corazones. Dios lee. Él anota cada acto de egoísmo, cada acto
de indiferencia hacia los afligidos, las viudas y los huérfanos; y
anota junto a sus nombres: “Culpables, deficientes, transgresores de
la ley”. Seremos recompensados según hayan sido nuestras obras.
Cualquier descuido del deber hacia los necesitados y los afligidos es
un descuido del deber hacia Cristo en la persona de sus santos.
Cuando los casos de todos pasen en revista ante Dios, no se
formulará la pregunta: ¿Qué profesaron?, sino, ¿qué hicieron? ¿Han
sido hacedores de la Palabra? ¿Han vivido egoístamente, o han
practicado obras de benevolencia, actos de bondad y amor, dando
preferencia a otros antes que a ustedes mismos, y negándose para
poder bendecir a otros? Si el registro muestra que ésta ha sido su
vida, que sus caracteres se han distinguido por la ternura, la abne-
gación y la benevolencia, recibirán la bendita certeza y bendición
de Cristo: “Bien hecho”. “Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.
Mateo
25:34
. Cristo se ha apenado y ha sido herido debido a su manifiesto
amor egoísta y su indiferencia hacia las aflicciones y necesidades de
otros.
Muchas veces nuestros esfuerzos en favor de otros pueden ser
pasados por alto y aparentemente perderse. Pero esto no debiera
ser ninguna excusa para que nos cansemos de hacer el bien. Cuán
a menudo Jesús ha venido para encontrar fruto en las plantas que
están bajo su cuidado y no ha encontrado sino hojas. Podemos
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chasquearnos ante el resultado de nuestros mejores esfuerzos, pero
esto no debiera inducirnos a ser indiferentes ante las aflicciones
de otros y a no hacer nada. “Maldecid a Meroz, dijo el ángel de
Jehová; maldecid severamente a sus moradores, porque no vinieron
al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra los fuertes”.
Jueces
5:23
. ¡Cuán a menudo Cristo se chasquea con aquellos que profesan
ser sus hijos! Les ha dado evidencias inequívocas de su amor. Él se
hizo pobre, para que mediante su pobreza nosotros pudiéramos ser
enriquecidos. Murió por nosotros para que pudiéramos no perecer,
sino tener vida eterna. ¿Qué habría pasado si Cristo se hubiera
negado a llevar nuestra iniquidad porque fue rechazado por muchos
y porque tan pocos apreciaron su amor y las bendiciones infinitas
que vino a traerles? Necesitamos estimular los esfuerzos pacientes y