Página 541 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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El deber del hombre hacia sus semejantes
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que debe ser visto y vencido. Para ustedes es casi imposible ver sus
errores y faltas. Tienen una opinión demasiado buena de ustedes
mismos, y les resulta difícil ver los errores de sus vidas y quitarlos
mediante la confesión. Se sienten inclinados a justificar y defender
su conducta en casi todo, ya sea bueno o malo. Mientras no es de-
masiado tarde para corregir los errores, acerquen sus corazones a
Jesús mediante la humillación y la oración, y procuren conocerse a
ustedes mismos. Están perdidos a menos que se despierten y trabajen
con Cristo. Ustedes se encierran en una armadura fría, insensible,
carente de comprensión. Hay poca vida y calor en la relación que
tienen con otros. Viven para ustedes, no para Cristo. Son insen-
sibles e indiferentes hacia las necesidades y condiciones de otros
menos afortunados que ustedes. En torno a ustedes están aquellos
que tienen hambre del alma y que ansían un amor expresado en
palabras y hechos. La comprensión y los verdaderos sentimientos de
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tierno interés en otros traerían a sus almas bendiciones que ustedes
nunca han experimentado todavía y que los pondrían en estrecha
relación con nuestro Redentor, cuyo advenimiento al mundo fue
con el propósito de hacer bien y cuya vida hemos de imitar. ¿Qué
están haciendo por Cristo? “Esforzaos a entrar por la puerta angosta;
porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán”.
Lucas
13:24
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