Página 544 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
redención del ser humano muestra que las personas son de un valor
tan grande que Cristo sacrificó sus riquezas y honor en las cortes
reales para levantarlo de la degradación del pecado.
Si la Majestad del cielo pudo hacer tanto para mostrar su amor
por el hombre, ¡qué no debieran estar dispuestos a hacer los hombres
para ayudarse mutuamente a salir del abismo de oscuridad y sufri-
miento! Dijo Cristo: “Como yo os he amado, que también os améis
unos a otros” (
Juan 13:34
); no con un amor mayor, porque “nadie
tiene mayor amor que este, que uno ponga sus vida por sus amigos”
Juan 15:13
. Nuestro amor es frecuentemente egoísta, porque lo con-
finamos a límites prescritos. Cuando nos coloquemos en estrecha
unión y compañerismo con Cristo, nuestro amor y comprensión,
así como nuestras obras de benevolencia se profundizarán y ensan-
charán y fortalecerán con el ejercicio. El amor y el interés de los
seguidores de Cristo debe ser tan amplio como el mundo. Aquellos
que viven meramente para “mí y lo mío” no alcanzarán el cielo.
Dios los llama a ustedes como familia a cultivar el amor, a ser menos
sensibles acerca de ustedes mismos y más sensibles a las tristezas
y pruebas de otros. El espíritu egoísta que han acariciado toda su
vida está representado correctamente por el sacerdote y el levita que
pasaron de largo junto al infortunado. Vieron que necesitaba ayuda,
pero lo evitaron deliberadamente.
Cada uno de ustedes necesita despertar y enfrentar honestamente
la necesidad de abandonar el tren del egoísmo. Mejoren el breve
tiempo de prueba que Dios les da, trabajando con todas sus fuerzas
para redimir los fracasos de su vida pasada. Dios los ha colocado
en un mundo de sufrimiento para probarlos, para ver si serán ha-
llados dignos del don de la vida eterna. Alrededor de ustedes hay
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quienes tienen aflicciones, que necesitan palabras de comprensión,
amor y ternura, y nuestras oraciones humildes y solidarias. Algunos
están sufriendo bajo la mano de hierro de la pobreza, algunos con
enfermedad, y otros con angustias, desaliento y tristeza. Como Job,
ustedes debieran ser ojos para el ciego y pies para el cojo, e inquirir
en la causa que no conocen y estudiarla con el propósito de aliviar
sus necesidades y ayudar precisamente donde más ayuda necesitan.
Necesita cultivar amor por su esposa, esa clase de amor que
se expresa en palabras y hechos. Debiera cultivar un afecto tierno.
Su esposa tiene una naturaleza sensible, dependiente, y necesita