Página 556 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

552
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
voluntad de Dios. Ninguna experiencia pasada nos bastará para el
presente, ni nos fortalecerá para vencer las dificultades de nuestra
senda. Debemos tener diariamente nueva gracia y fortaleza para ser
victoriosos.
Con muy poca frecuencia somos colocados dos veces en cir-
cunstancias exactamente iguales. Abraham, Moisés, Elías, Daniel
y muchos otros fueron todos probados duramente, pero no de la
misma manera. Cada uno tiene sus pruebas individuales en el drama
de la vida. Pero es muy raro que se presenten dos veces las mismas
pruebas. Cada uno tiene su propia experiencia peculiar, según su
[594]
carácter y circunstancias, para realizar cierta obra. Dios tiene una
obra, un propósito en la vida de cada uno de nosotros. Cada acto,
por pequeño que sea, tiene su lugar en la experiencia de nuestra vida.
Debemos tener continuamente la luz y la experiencia que provienen
de Dios. Todos necesitamos estas cosas, y Dios está más que dis-
puesto a que las tengamos si queremos aceptarlas. Él no ha cerrado
las ventanas de los cielos a nuestras oraciones, pero ustedes se han
sentido satisfechos con seguir adelante sin la ayuda divina que tanto
necesitan.
¡Cuán poco reconocen la influencia de sus actos diarios sobre la
historia ajena! Tal vez piensan que lo que hagan o digan no tendrá
seria repercusión, cuando los resultados más importantes para el
bien o para el mal son la consecuencia de sus palabras y acciones.
Las palabras y las acciones consideradas pequeñas y sin importancia,
son eslabones en la larga cadena de los sucesos humanos. Ustedes
no han sentido la necesidad de que Dios nos manifieste su voluntad
en todos los actos de nuestra vida diaria. En el caso de nuestros
primeros padres, el deseo de satisfacer una sola vez el apetito abrió
las compuertas de la desgracia y el pecado sobre el mundo. Ojalá
que ustedes, mis amadas hermanas, comprendieran que cada paso
que dan puede tener una influencia duradera y dominante sobre sus
vidas y el carácter de otros. ¡Oh, cuánta necesidad hay, pues, de
comunión con Dios! ¡Qué necesidad de gracia divina para dirigir
cada paso, y mostrarnos cómo desarrollar un carácter cristiano!
Los cristianos tendrán que pasar por nuevas escenas y nuevas
pruebas, donde la experiencia pasada no podrá ser una guía sufi-
ciente. Tenemos mayor necesidad de aprender del divino Maestro
ahora que en cualquier otro período de nuestra vida. Cuanto más