Página 571 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Diligencia en el ministerio
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cabeza de la familia, antes que pueda tener éxito en ganar almas para
Cristo. Si usted no tiene sabiduría para manejar el grupo pequeño con
quien está estrechamente unido, ¿cómo puede tener éxito al manejar
un número mayor, que no están especialmente interesados en usted?
Su esposa necesita estar verdadera y cabalmente convertida a Dios.
Ninguno de ustedes está en condiciones de representar correctamente
nuestra fe. Ambos necesitan una conversión cabal.
Retirarse actualmente de la obra de Dios es lo mejor para usted.
Hermano R; usted no tiene perseverancia ni espina dorsal moral. Es
muy deficiente en esos rasgos de carácter que son necesarios para la
obra de Dios en este tiempo. No ha recibido esa educación en la vida
práctica que usted necesita a fin de tener éxito como un ministro
útil de Cristo. Su educación ha sido deficiente en muchos respectos.
Sus padres no han estudiado su carácter, no lo han instruido para
que venza sus defectos totalmente a fin de que pueda desarrollar
un carácter simétrico, y posea firmeza, abnegación, dominio propio,
humildad y poder moral. Usted conoce muy poco de la vida práctica
o de tener perseverancia bajo las dificultades. Tiene un fuerte deseo
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de rebatir las ideas de otros y de promover las suyas. Éste es el
resultado de sus sentimientos de suficiencia propia y de seguir sus
propias inclinaciones en su juventud.
Usted no se ve a sí mismo y sus errores. No está dispuesto a
aprender, pero tiene un gran deseo de enseñar. Se forma sus propias
opiniones y se aferra a sus ideas peculiares con una persistencia te-
diosa. Está ansioso de promover sus puntos de vista, y en su opinión,
sus ideas son de mayor importancia que el juicio experimentado
de hombres de valor moral que han sido probados en esta causa.
Usted se ha ilusionado con la idea de que tenía aptitudes que se-
rían apreciadas y que lo convertirían en un hombre valioso; pero
estas cualidades no han sido probadas. Usted tiene una educación
unilateral. No posee ninguna inclinación o amor por los deberes
domésticos y cotidianos de la vida. Su indolencia sería suficiente
razón para descalificarlo para el trabajo del ministerio, si no hubiera
ninguna otra razón por la que usted no tendría que ocuparse en él.
La causa no necesita tanto a predicadores como a obreros. De todas
las vocaciones de la vida, no hay ninguna que requiera obreros es-
forzados, fieles, perseverantes, abnegados como la causa de Dios en
estos últimos días.