Página 580 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
que también han descuidado el sagrado cometido confiado a ellas,
de criar a sus hijos en el nutrimiento y la admonición del Señor.
Vi que Satanás, a través de sus tentaciones, está instituyendo
modas siempre cambiantes y fiestas y entretenimientos atractivos,
para que las madres puedan ser inducidas a dedicar a asuntos frívolos
el tiempo de prueba que Dios les ha dado, de modo que tengan
apenas poca oportunidad para educar e instruir debidamente a sus
hijos. Nuestros jóvenes necesitan madres que les enseñen desde su
misma cuna a controlar la pasión, a negar el apetito, y a vencer el
egoísmo. Necesitan instrucción línea sobre línea y precepto sobre
precepto, un poquito aquí y un poquito allá.
A los hebreos se les dieron instrucciones sobre cómo educar a
sus hijos para evitar la idolatría y la maldad de las naciones paganas:
“Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en
vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán
por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos,
hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el
camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes”.
Deuteronomio
11:18, 19
.
Tenemos un deseo ferviente de que la mujer ocupe el puesto que
Dios le designó originalmente, como igual a su esposo. Necesitamos
tanto madres que sean madres no meramente de nombre, sino en
todo el sentido de lo que la palabra implica. Podemos decir con
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seguridad que la dignidad e importancia de la misión y los deberes
distintivos de la mujer son de un carácter más sagrado y santo que
los deberes del hombre.
Hay especulaciones en cuanto a los derechos y deberes de la
mujer respecto al ejercicio del voto. Muchas no están de ninguna
manera disciplinadas para entender el alcance de cuestiones impor-
tantes. Han vivido vidas de gratificación en el momento presente
porque esto era la moda. Mujeres que podrían desarrollar buenos
intelectos y tener verdadero valor moral son ahora meras esclavas
de la moda. No tienen amplitud de pensamiento ni han cultivado el
intelecto. Pueden hablar con conocimiento de la última moda, de
los estilos de vestido, o de esta o aquella fiesta o delicioso baile.
Tales mujeres no están preparadas para asumir inteligentemente una
puesto prominente en cuestiones políticas. Son meras criaturas de
las modas y las circunstancias. Ojalá que cambie este orden de cosas.