Página 586 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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“No puedo ir”
“Yo hago una gran obra—dice Nehemías—, y no puedo ir; por-
que cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros”.
Nehemías
6:3
.
El 3 de enero de 1875,
me fue mostrad
que el pueblo de Dios
no debe cejar por un momento en su vigilancia. Satanás nos sigue la
pista. Está resuelto a vencer con sus tentaciones al pueblo que guarda
los mandamientos de Dios. Si no le damos lugar, sino que resistimos
sus designios, firmes en la fe, tendremos fuerza para apartarnos de
toda iniquidad. Los que guardan los mandamientos de Dios serán
un poder en la tierra, si viven a la altura de su luz y sus privilegios.
Pueden ser modelos de piedad, santos de corazón y conversación.
No gozaremos de comodidad, para que no cesemos de orar y ser
vigilantes. A medida que se acerca el tiempo en que Cristo ha de
revelarse en las nubes de los cielos, las tentaciones de Satanás se
intensificarán para con aquellos que guardan los mandamientos de
Dios; porque él sabe que su tiempo es corto.
Satanás realizará su obra por medio de agentes. Los ministros
que aborrecen la Ley de Dios emplearán cualquier medio de que
dispongan para desviar a las almas de su lealtad a Dios. Nuestros
peores enemigos se hallarán entre los adventistas del primer día.
Su corazón está plenamente resuelto a hacer guerra contra los que
guardan los Mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Esta
Es un placer declarar aquí lo referente a la misericordiosa visión manifestada por el
Espíritu Santo el 3 de enero de 1875 a la Sra. White, que había estado enferma con un
severo ataque de gripe, y había guardado cama durante una semana, hasta que los médicos
del Instituto de Salud llegaron a preocuparse por su caso. En esta condición siguió las
indicaciones dadas en el capítulo cinco de la epístola de Santiago, y después de un gran
esfuerzo de fe, como el hombre del Evangelio que extendió su mano seca, fue librada del
dolor y la enfermedad, y pronto fue arrebatada en una visión que duró diez minutos. Se
vistió luego para la reunión, caminó hasta la capilla y después de hablar veinte minutos a
la muchedumbre congregada, regresó a su casa caminando. Desde entonces ha escrito
mucho, y ha hablado con libertad a la gente. Se está preparando ahora para el largo viaje
a la costa del Pacífico.—Jaime White.
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