Página 587 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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“No puedo ir”
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clase considera que es una virtud hablar, escribir y actuar con el
más acerbo odio contra nosotros. No necesitamos esperar un trato
justo de su parte. A muchos de ellos Satanás les inspira una insana
iracundia contra los que guardan los Mandamientos de Dios. Sere-
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mos vilipendiados y calumniados; todos nuestros motivos y actos
serán mal juzgados y se atacará nuestro carácter. De esta manera se
manifestará la ira del dragón. Pero vi que no debemos desanimarnos
en lo más mínimo. Nuestra fuerza está en Jesús, nuestro Abogado.
Si con humildad confiamos en Dios y nos aferramos a sus promesas,
nos dará gracia y sabiduría celestial para resistir todas las trampas
de Satanás y salir vencedores.
En mi reciente visión, vi que no aumentará nuestra influencia ni
nos dará favor ante Dios el buscar represalias o descender de nuestra
gran obra al nivel de los enemigos para contestar sus calumnias. Hay
quienes recurrirán a cualquier especie de engaño y grosera mentira
para alcanzar su objetivo y engañar a las almas, y arrojar estigmas
sobre la Ley de Dios y sobre aquellos que se deleitan en obedecer-
la. Repetirán las mentiras más absurdas y viles, hasta creer ellos
mismos que éstas constituyen la verdad. Tales son los argumentos
más enérgicos que tienen contra el sábado del cuarto mandamiento.
No debemos permitir que nos dominen nuestros sentimientos ni nos
distraigan de la obra de amonestar al mundo.
Me fue presentado el caso de Nehemías. Estaba empeñado en
edificar las murallas de Jerusalén, y los enemigos de Dios habían
resuelto que dichos muros no se reedificaran. “Pero aconteció que
oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod,
que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos
comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; y conspiraron
todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño”.
Nehemías
4:7, 8
.
En este caso, un espíritu de odio y de oposición a los hebreos
formó el vínculo de unión y creó simpatía mutua entre diferentes
grupos de hombres que de otra manera habrían guerreado entre ellos.
Esto ilustra bien lo que con frecuencia presenciamos en nuestra
época en la unión de personas de diferentes denominaciones para
oponerse a la verdad presente, individuos cuyo único vínculo parece
ser lo que pertenece a la naturaleza del dragón, y que manifiestan
amargura y odio contra el remanente que guarda los mandamientos
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