Página 588 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
de Dios. Esto se ve especialmente entre los adventistas que guardan
el primer día, los que no guardan ninguno, y los que consideran
que todos los días son iguales, que se destacan por la manera en
que se odian y se calumnian mutuamente, cuando les dejan tiempo
los esfuerzos que hacen para representar falsamente, calumniar y
ultrajar de toda manera posible a los adventistas del séptimo día.
“Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos
guarda contra ellos de día y de noche”.
vers. 9
. Corremos constan-
temente el peligro de creer que nos bastamos a nosotros mismos,
de confiar en nuestra propia sabiduría y no hacer de Dios nuestra
fortaleza. Nada perturba tanto a Satanás como nuestro conocimiento
de sus designios. Si sentimos nuestro peligro, sentiremos nuestra
necesidad de orar, como la sintió Nehemías, y como él obtendre-
mos esa sólida defensa que nos dará seguridad en el peligro. Si
somos negligentes e indiferentes, seremos ciertamente vencidos por
los designios de Satanás. Debemos ser vigilantes. Aunque, como
Nehemías, recurramos a la oración, llevando todas nuestras perpleji-
dades y cargas a Dios, no debemos creer que no tenemos nada que
hacer. Debemos velar y orar. Debemos vigilar la obra de nuestros
adversarios, no sea que ellos obtengan ventaja al engañar a las almas.
Debemos, en la sabiduría de Cristo, hacer esfuerzos para derrotar sus
propósitos, aunque sin permitirles que nos distraigan de nuestra gran
obra. La verdad es más fuerte que el error. La justicia prevalecerá
sobre el mal.
El pueblo del Señor está procurando reparar la brecha que ha
sido hecha en la Ley de Dios. “Y los tuyos edificarán las ruinas
antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y
serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para
habitar. Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad
en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y
lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu
voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en
Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a
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comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha
hablado”.
Isaías 58:12-14
.
Esto perturba a los enemigos de nuestra fe, y ellos emplean todos
los medios de que disponen para estorbarnos en nuestra obra. Sin
embargo, la muralla derribada se va levantando con firmeza. Se está