Página 68 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
Luego, cuando examinó su vida pasada, tan llena de descuidos y
errores, se entregó a la incredulidad y a una melancolía insensible.
La desesperación extendió sus oscuras alas sobre ella. Su casamiento
con el hermano K cambió algo el orden de las cosas, pero desde
entonces ha estado a veces muy deprimida y desalentada.
La hermana K tiene un buen conocimiento de las profecías y
puede escudriñarlas y hablar sobre ellas con gran facilidad. Algunos
de los hermanos y hermanas han estado ansiosos de instar a los
esposos K a salir como obreros activos. Pero hay peligro de que
trabajen desde una perspectiva equivocada. Las ventajas educacio-
nales de la hermana K han sido superiores a las de muchos que
la rodean. Al actuar públicamente, ella ha dependido de su propia
fuerza más que del Espíritu de Dios. Ella ha albergado un espíritu
de independencia orgullosa y ha pensado que estaba calificada para
enseñar antes que para ser enseñada. Con su falta de experiencia
en las cosas espirituales, no está preparada para trabajar entre las
iglesias. No posee el discernimiento ni la fuerza espiritual necesarios
para edificarlas. Si ella y su esposo se ocuparan en algún aspecto de
esta obra, por sencillo que fuera, tendrían que comenzar ejerciendo
una buena influencia en la iglesia. Deberían realizar sus labores
donde más se necesitan.
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Hay un trabajo que hacer en campos nuevos. Los pecadores que
nunca han oído el mensaje de advertencia necesitan ser amones-
tados. Aquí el hermano y la hermana K tienen amplio lugar para
trabajar y demostrar su vocación. Nadie debería ponerles trabas en
sus esfuerzos en campos nuevos. Hay pecadores que salvar en todas
direcciones. Pero algunos ministros se inclinan por ir vez tras vez
al mismo territorio entre las iglesias, cuando sus labores no pueden
ayudarlas y su tiempo se malgasta.
Deseamos que todos los siervos del Señor sean obreros. La obra
de amonestar a las almas no debiera limitarse sólo a los ministros,
pero hermanos que tienen la verdad en su corazón y que han ejercido
una buena influencia en el hogar, debieran sentir que descansa sobre
ellos la responsabilidad de dedicar una parte de su tiempo a salir
entre sus vecinos y por los pueblos aledaños para ser misioneros
de Dios. Debieran llevar nuestras publicaciones y conversar con la
gente y, en el espíritu de Cristo, orar por aquellos a quienes visiten.
Esta obra despertará el espíritu de investigación y reforma.