Página 77 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Experiencia no digna de confianza
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por cables telegráficos; y controlan la acción vital de cada parte del
sistema. Todos los órganos de movimiento son gobernados por las
comunicaciones que reciben del cerebro.
Si su mente se impresiona y usted se convence de que un baño
la perjudicará, la impresión mental se comunica a todos los nervios
del cuerpo. Los nervios controlan la circulación de la sangre; por lo
tanto la sangre, a través de la impresión de la mente, se restringe a
los vasos sanguíneos, y los buenos efectos del baño se pierden. Todo
esto es porque la mente y la voluntad impiden que la sangre fluya li-
bremente e irrigue la superficie para estimular, despertar y promover
la circulación normal. Por ejemplo, usted tiene la impresión de que
si se baña se enfriará. El cerebro envía esta información a los nervios
del cuerpo, y los vasos sanguíneos, sujetos en obediencia a su vo-
luntad, no pueden cumplir su función y causar una reacción efectiva
después del baño. No hay razón en la ciencia ni en la filosofía por
la cual un baño ocasional, tomado con un cuidado deliberado, no
debiera producirle sino un beneficio verdadero. Especialmente es así
donde se práctica poco ejercicio para mantener los músculos activos
y para facilitar la circulación de la sangre a través del sistema. Un
baño libera la piel de la acumulación de impurezas que se están
reuniendo constantemente, y mantiene la piel húmeda y elástica,
aumentando y uniformando así la circulación.
Las personas sanas de ninguna manera debieran descuidar el
baño. De todos modos debieran bañarse tan a menudo como dos
veces por semana. Los que no están sanos tienen impurezas de la
sangre, y la piel no está en una condición saludable. La multitud de
poros, o pequeños orificios, a través de los cuales el cuerpo respira
se tapan y llenan de desechos. La piel necesita ser limpiada en forma
cuidadosa y cabal, para que los poros puedan hacer su trabajo de
liberar el cuerpo de impurezas; por lo tanto, las personas débiles
que están enfermas ciertamente necesitan las ventajas y bendiciones
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del baño por lo menos dos veces por semana, y frecuentemente aun
más que esto es positivamente necesario. Ya sea que una persona
esté enferma o sana, se respira con mayor libertad y facilidad si se
práctica el baño. Mediante él los músculos se vuelven más flexibles,
la mente y el cuerpo son igualmente vigorizados, el intelecto gana en
inteligencia, y se vivifica cada facultad. El baño es un calmante de
los nervios. Promueve la transpiración general, aviva la circulación,