Página 82 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
y llevar a cabo los deberes corrientes y necesarios de la vida. Usted
ha sido muy incompetente en cuanto a los deberes domésticos. No
ha sentido que podría cuidar las ropas o la alimentación de su esposo.
Ahora bien, mi hermana, esta ineptitud existe más en su imaginación
que en su incapacidad para realizar estas tareas. Usted piensa que
será cansador y desgastador hacer esto y aquello; y lo es. Pero usted
tiene fuerza que si la usa en forma práctica y económica realizaría
mucho bien y la haría mucho más útil y feliz. Usted tiene tanto
temor de llegar a ser una inútil que no ejercita la fuerza con la
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que el Señor la ha bendecido. En muchas cosas usted ha ayudado
a su esposo. Al mismo tiempo ha puesto a prueba su paciencia y
fuerza. Cuando él pensaba que usted podría cambiar algunos de sus
hábitos y mejorar, usted ha sentido que él no comprendía su caso.
Sus amigos han sentido que usted podría ser más útil en su casa y
no tan incompetente. Esto la ha apenado. Usted pensó que ellos no
la comprendían. Algunos han insistido neciamente con su opinión
sobre su caso, y esto también la ha afligido. Usted ha sentido que
Dios, en respuesta a la oración, la ayudaría, y de esta manera ha
recibido ayuda muchas veces. Pero usted no ha obtenido esa fuerza
física que era su privilegio disfrutar, porque no ha hecho su parte.
No ha trabajado en unión plena con el Espíritu de Dios.
El Señor le ha dado un trabajo para hacer, y él no se propone
hacerlo por usted. Usted debiera obrar en base a principios, en armo-
nía con la ley natural, sin tener en cuenta los sentimientos. Debiera
empezar a actuar en base a la luz que Dios le ha dado. Quizás no sea
capaz de hacer esto de golpe, pero puede hacer mucho avanzando
gradualmente por fe, creyendo que Dios será su ayudador, que él la
fortalecerá. Usted podría hacer ejercicio caminando y cumpliendo
deberes que requieren un trabajo liviano en su familia, y no depender
tanto de otros. El saber que puede hacer algo aumentará su fuerza.
Si sus manos se emplearan más y su cerebro se ejercitara menos
en planear para otros, su fuerza física y mental aumentaría. Su ce-
rebro no está ocioso, pero los otros órganos del cuerpo no realizan
el trabajo correspondiente. El ejercicio, para que sea una ventaja
definida para usted, debiera ser sistemático y recaer sobre los ór-
ganos debilitados para que puedan fortalecerse por el uso. La cura
del movimiento es de gran beneficio para una clase de pacientes
que están demasiado débiles para hacer ejercicio. Pero todos los