Página 117 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La influencia del entorno social
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paz de salvarse a sí mismo y a sus dos hijas, que también tenían la
moral corrompida por su permanencia en Sodoma.
Las palabras de Dios son siempre claras y nunca deben ser
tomadas con frivolidad. ¡Oh, cuántos mortales pecadores y cortos
de vista regatean con Dios, con la esperanza de que se doblegue a
sus intenciones, mientras que si se abandonaran sin reservas en sus
manos él les daría la salvación y preciosas victorias!
Hermana K, corre el peligro de tomar decisiones que serían muy
perjudiciales para usted, Dios le tiene destinada una tarea que nadie
más puede hacer y si no la hace, su alma no se puede salvar. Dios la
ama y no desea que se pierda en la ruina general. La invita a abando-
nar esas cosas que impiden su progreso espiritual y a encontrar en él
la fuerza y el consuelo que necesita. Usted tiene cargas que soportar
y cuidados que dispensar a su familia que a menudo la apesadum-
bran. Pero si se ocupa únicamente de las cosas imprescindibles para
su comodidad y felicidad temporales, encontrará tiempo para leer la
Biblia en oración y con interés, y perfeccionará un carácter cristiano.
Hermano K, se ha enfrentado a muchos obstáculos, pero tiene
que ser honesto y firme, y estar decidido a cumplir con su deber
en la familia. Lléveselos de ahí si es posible. No debería escatimar
esfuerzos para conseguir que le acompañen en su viaje al cielo. Pero
si la madre y los hijos no escogen acompañarlo, sino que intentan
alejarlo de sus deberes y privilegios religiosos, es su obligación
seguir avanzando, aunque sea a solas. Tiene que vivir en el temor de
Dios. Aumente las oportunidades de asistir a las reuniones y ganar
toda la fuerza espiritual que pueda, porque la necesitará en los días
que se avecinan. Las propiedades de Lot se consumieron. Si se tiene
que enfrentar a una pérdida, no se desanime; si es posible, salve una
parte de su familia, es mucho mejor que perderla toda.
Queridos hermano y hermana, como padres, en gran medida son
responsables de las almas de sus hijos. Los trajeron a la existencia y,
por precepto y ejemplo, están obligados a conducirlos al Señor y a
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los atrios celestiales. Deben grabar en sus mentes la idea de que sus
intereses temporales carecen de importancia cuando se comparan
con su bienestar eterno.
Sus hijos viven entre gentes mundanas y se están imbuyendo
del amor por las vanidades de la vida. Su hijo L es un muchacho de
naturaleza amable y espiritual; pero necesita el atento cuidado de