Página 128 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

124
Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?”
Hebreos 9:13, 14
.
Ambos tienen que hacer mucho más de lo que han hecho hasta
ahora para sobrellevar las cargas de la obra del Señor. Les insto a
que se levanten de su letargo, abandonen la idolatría de las cosas
mundanas y, con sinceridad, se aseguren la herencia eterna. Trabajen
mientras hay tiempo. No pongan en peligro sus almas desaprove-
chando las oportunidades que se les presentan. No den a sus intereses
eternos una importancia secundaria. No pongan el mundo por delan-
te de la religión, ni se esfuercen día tras día por obtener sus riquezas,
mientras los amenaza el peligro de la bancarrota eterna. Cada día los
acerca más al tributo final. Estén prontos para devolver los talentos
que se les prestaron con los intereses obtenidos con su uso prudente.
No tienen capital suficiente para sacrificar el cielo o arriesgar
su seguridad. No permitan que el engaño de las riquezas los lleve
a descuidar su tesoro inmortal. Satanás es un enemigo implacable
que siempre está presto a interponerse en su camino y se esfuerza en
ponerles señuelos que los dirijan a la ruina. Estamos en un tiempo
de espera. Cíñanse el lomo y enciendan las lámparas para poder
esperar al Señor cuando regrese de las bodas, para que cuando venga
y llame a la puerta puedan abrirle inmediatamente.
Hermanos, estén atentos a la primera vacilación de su luz, al
primer descuido en la oración, al primer síntoma de desfallecimiento
espiritual. “El que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
Mateo
10:22
. Con el ejercicio constante de la fe y el amor los creyentes
brillan como linternas en el mundo. Si sirven a Mammón a la vez
que profesan servir a Dios no se preparan para la venida del Maestro.
Cuando aparezca deberán presentarle los talentos que enterraron
en la tierra, que descuidaron, abusando de ellos con malos usos; un
amor dividido.
Ambos han profesado ser siervos de Cristo. Necesitan obedecer
los consejos de su Maestro y ser fieles en el cumplimiento de su
deber. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios”.
1 Juan 3:1
. Ese amor no tiene comparación
porque da a los hombres el rango de hijos de Dios. Por lo tanto, el
[126]
Padre espera que sus hijos lo obedezcan y requiere una disposición
adecuada de las propiedades que ha puesto en sus manos. No las