Página 133 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Autoalabanzas
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los unos con los otros que ahora. Sin embargo, se nos representa
como miembros de un cuerpo unidos en Cristo. Ese cuerpo está
compuesto por varios miembros y ninguno de ellos puede desem-
peñar exactamente la misma función que otros. Los ojos ven, y no
tiene sentido que desempeñen la función de las orejas, que están
destinadas a oír. Tampoco las orejas pueden suplantar a la boca, ni
la boca tomar las funciones de la nariz. Aun así, todos los órganos
son necesarios para un todo perfecto y trabajan en hermosa armonía.
Las manos tienen su trabajo, y los pies el suyo. Unos no dicen a los
otros: “Sois inferiores a nosotros”. Las manos no pueden decir a los
pies: “No os necesitamos”. Pero todos están unidos al cuerpo para
desempeñar su tarea específica y merecen el mismo respeto porque
contribuyen al confort y la utilidad del todo perfecto.
Ninguno de nosotros puede tener las mismas ideas ni las mismas
opiniones. Pero debemos ser una bendición para los demás; de
modo que allí donde uno no llega, otro pueda suplir la necesidad.
Su carácter tiene algunas deficiencias y desviaciones que harían
recomendable que entrara en contacto con una mente organizada de
modo distinto; de esa manera se equilibraría adecuadamente la suya.
En lugar de ejercer una supervisión tan exclusiva, consulte con su
esposa y lleguen a tomar decisiones de común acuerdo. No permite
el esfuerzo independiente de su familia. Con demasiada frecuencia,
si sus órdenes específicas no se ponen en práctica escrupulosamente,
lo considera un delito.
Si su esposa y los otros miembros de su familia carecieran de
tacto y diplomacia, sería excusable que tomara todas las riendas;
pero tal no es el caso y su comportamiento es del todo intolerable.
Después de haberlos informado amablemente al respecto de sus
puntos de vista sobre la cocina y el gobierno de la casa, indicán-
doles cuáles son sus deseos, deténgase y permítales que sigan sus
sugerencias según su criterio. Es casi seguro que su influencia les
será más grata y desearán complacerle más que si usted despliega
toda una batería de medidas coercitivas. Incluso si no se adaptan a
sus opiniones, no se empeñe en dictar normas para que todo se haga
según sus criterios. Recuerde que la natural independencia de los
demás debe ser respetada. Si su esposa hace su labor de la manera
que ella cree apropiada, no tiene derecho a interferir en sus asuntos y
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