Página 143 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Misioneros en el hogar
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felicidad. Las riquezas a menudo son una influencia corruptora y
destructora; el uso de la fuerza hiere con facilidad; pero la verdad y
la bondad son propiedades del amor puro.
Hermana, si se pudiera ver como la ve Dios, su mente vería claro
que sin una conversión completa y sincera nunca podrá entrar en el
reino de Dios. Si recordara que será medida con la misma medida
con que mide a los demás, sus palabras serían más cautas, más
amables y estaría más dispuesta a perdonar. Cristo vino al mundo
para traer la resistencia y la autoridad en la sujeción a él. Pero no
reclamó que lo obedeciéramos a la fuerza, con disputa y voz de
mando. Hizo el bien y enseñó a sus seguidores cosas que les traerían
paz. No atizó ningún conflicto, no experimentó resentimiento por
ninguna ofensa personal, sino que soportó con mansedumbre los
insultos, las falsas acusaciones y las burlas crueles de los que lo
odiaban y condenaban a muerte. Cristo es nuestro ejemplo. Su vida
es una ilustración práctica de las enseñanzas divinas. Su carácter es
una muestra viviente de cómo hacer el bien y vencer el mal.
Usted ha alimentado el resentimiento hacia su esposo y las otras
personas que la han ofendido, pero no ha percibido dónde cometió el
error e hizo que las cosas empeoraran a causa de su conducta equivo-
cada. Su espíritu se ha amargado contra aquellos que han cometido
alguna injusticia con usted y sus sentimientos han encontrado una
vía de expansión en los reproches y la censura. Con esto, su corazón
cargado encuentra alivio momentáneo, pero ha dejado una cicatriz
permanente en su alma. La lengua es un órgano pequeño, pero ha
cultivado su uso impropio durante tanto tiempo que se ha convertido
en un fuego abrasador.
Todas estas cosas han provocado el fracaso de su progreso es-
piritual. Pero Dios ve cuán duro le es tener paciencia y perdonar.
Sabe cómo apiadarse de usted y ayudarla. Le pide que reforme su
vida y corrija los defectos. Desea que su espíritu firme y constante
se rinda a su gracia. Busque la ayuda de Dios porque necesita paz y
tranquilidad en lugar de agitación y conflictos. La religión de Cris-
to le ordena que se mueva menos por impulso y más por la razón
santificada y el juicio sereno.
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Permite que su entorno la afecte demasiado. Haga que la vigilan-
cia y la oración diarias sean su salvaguarda. Entonces los ángeles de
Dios la rodearán y traerán clara y brillante luz a su mente y la forta-