Página 155 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Los doce espías
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antiguo error: murmuraron contra Moisés y Aarón. “Éste es, por
tanto, el fin de nuestras grandes esperanzas”, dijeron: “Ésta es la
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tierra por cuya posesión hemos viajado desde Egipto”. Culparon
a sus dirigentes por haber traído la tribulación a Israel y, una vez
más, les imputaron el cargo de haber engañado al pueblo y haberlo
llevado a perdición.
Moisés y Aarón se postraron ante Dios. Caleb y Josué, los dos
que de entre los doce espías habían confiado en la palabra de Dios,
se rasgaron las vestiduras en señal de duelo cuando se dieron cuenta
de que los informes desfavorables habían causado el desaliento de
todo el campamento. Se esforzaron por razonar con los israelitas;
pero estos habían enloquecido y habían caído presa del desencanto
y no quisieron escuchar a esos dos hombres. Finalmente Caleb se
abrió paso hasta el frente y su clara y bien timbrada voz se oyó por
encima del clamor de la multitud. Se opuso a la visión cobarde de
sus compañeros espías que habían debilitado la fe y el coraje de
todo Israel. Ordenó a la gente que le prestara atención y las quejas
cedieron por unos instantes para escucharlo. Habló de la tierra que
había visitado. Dijo: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos nosotros que ellos”.
Números 13:30
. Pero
los espías infieles lo interrumpieron, diciendo: “No podremos subir
contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”.
Números
13:31
.
Esos hombres emprendieron un camino equivocado, dispusieron
sus corazones contra Dios, contra Moisés y Aarón y contra Caleb
y Josué. Cada paso que daban en la dirección equivocada los hacía
más firmes en la decisión de desalentar al pueblo de cualquier intento
de poseer la tierra de Canaán. Distorsionaron la verdad para llevar a
cabo sus mortíferos propósitos. Dijeron que el clima era insalubre y
que la gente tenía la estatura de gigantes. Dijeron: “También vimos
allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros,
a nuestro parecer, como langostas; y así les parecimos a ellos”.
Números 13:33
.
Este informe no sólo era perverso, sino engañoso. Era contradic-
torio porque, si el país era insalubre y había tragado a los habitantes,
¿cómo era posible que hubieran alcanzado proporciones tan impo-
nentes? Cuando el corazón de los hombres que ocupan posiciones de
responsabilidad es vencido por la falta de fe ya no hay límites para