Los doce espías
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se engañaron a sí mismos con la idea de que no había ningún ejército
tan formidable que fuera capaz de vencerlos.
Caleb recordó al pueblo que el pacto con Dios aseguraba la
posesión de la tierra para Israel, pero su corazón estaba lleno de
sinrazón y los israelitas no querían escuchar más. Aunque esos dos
hombres hubiesen sido los únicos en traer un informe desfavorable
y los otros diez los hubieran animado a poseer la tierra en nombre
del Señor, su malvada falta de fe los habría empujado a seguir el
consejo de los dos en lugar de hacer caso a los diez. Pero sólo dos
defendían la verdad, porque diez se habían rebelado abiertamente
contra sus dirigentes y contra Dios.
En ese momento la gente se sintió muy alterada, se encendieron
sus peores pasiones y rechazaron escuchar a la razón. Los diez
espías infieles se les unieron y también acusaron a Josué y a Caleb;
y se alzó el clamor para que los apedrearan. La multitud, enajenada,
empezó a recoger piedras para arrojarlas contra los dos fieles. Se
abalanzaron sobre ellos, lanzando gritos de locura. Pero entonces, las
piedras cayeron de sus manos, se hizo un silencio tenso y empezaron
a temblar, presas del pánico. Dios se había interpuesto entre ellos y
los dos hombres para que fracasaran sus designios. La gloria de su
presencia, semejante a una llama, iluminó el tabernáculo y toda la
congregación vio la señal de Dios. Alguien que era más poderoso
que ellos se había revelado y ninguno se atrevió a perseverar en su
resistencia. Los murmullos se acallaron y los espías que habían dado
el informe desfavorable, atenazados por el pánico, se agacharon y
empezaron a respirar de manera entrecortada.
Moisés se levantó de su humillante posición y entró en el taber-
náculo para comunicarse con Dios. Entonces el Señor le propuso
la destrucción inmediata de ese pueblo rebelde. Deseaba hacer de
Moisés una nación aún mayor que Israel. Pero el manso dirigente
de su pueblo no lo consentiría. “Pero Moisés respondió a Jehová:
‘Lo oirán los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este
pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los
cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo,
que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre
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ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de
noche en columna de fuego; y que has hecho morir a este pueblo
como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama