Página 160 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
tierra que les había prometido. Los cobardes y rebeldes perecieron
en el desierto, pero los espías justos comieron de las uvas de Escol.
La historia del informe de los doce espías tiene una aplicación
para nuestro pueblo. Las escenas de lamento cobarde y resistencia a
actuar cuando hay que afrontar riesgos se repiten en nuestros días.
Se manifiesta la misma reticencia a prestar la atención debida a los
fieles informes y consejos que se dio en tiempos de Caleb y de Josué.
Rara vez los siervos de Dios que llevan la carga de su causa, que
practican la estricta negación de sí mismos y sufren privaciones por
ayudar a su pueblo reciben una consideración mejor que la que se
les daba en aquellos días.
Una y otra vez, el antiguo Israel fue probado y encontrado falto.
Pocos recibían las fieles advertencias que provenían de Dios. las
tinieblas y la infidelidad no son menores ahora que nos acercamos
al tiempo del segundo advenimiento de Cristo. La verdad se vuelve
cada vez menos sabrosa para los que tienen una mente carnal; su
corazón es lento para creer y tardo para el arrepentimiento. Sino
fuera por las continuas pruebas de sabiduría y ayuda que su Maes-
tro les proporciona, los siervos de Dios ya se habrían desalentado.
Durante mucho tiempo el Señor ha sido paciente con su pueblo;
ha perdonado sus desviaciones y ha esperado que le haga un lugar
en el corazón, pero las falsas ideas, los celos y la desconfianza han
colmado su paciencia.
Unos pocos que profesan pertenecer a Israel, cuyas mentes han
recibido la luz por las revelaciones de la sabiduría divina, se atreven,
como Caleb, a adelantarse con valentía y a permanecer firmes del
lado de Dios y de la justicia. Por causa de los que el Señor ha esco-
gido, su obra no se retirará del camino de integridad para complacer
a los que no se han consagrado y están llenos de soberbia. Aquellos
devienen en blanco de todos los odios y las falsedades maliciosas.
En estos últimos días, Satanás está muy despierto y atento; Dios
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necesita hombres de temple y resistencia espiritual para resistir sus
artimañas.
Es necesario que los que profesan creer la verdad se conviertan
profundamente para que puedan seguir a Jesús y obedecer la volun-
tad de Dios. No se trata de una sumisión que, como aquella de los
aterrorizados israelitas cuando se les reveló el poder del Infinito, sino
un profundo arrepentimiento de corazón y una renuncia al pecado.