Jeremías reprende a Israel
El Señor dio a Jeremías un mensaje de reprensión para que lo
llevara a su pueblo, que continuamente rechazaba el consejo de Dios,
diciendo: “Yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y
no me habéis oído. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas,
desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno
de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras
dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros
y a vuestros padres”.
Jeremías 35:14-15
.
Dios les rogó que no lo provocaran a ira con la obra de sus
manos y de sus corazones; pero “no me habéis oído”, dijo. Entonces
Jeremías vaticinó la cautividad de los judíos, como castigo por no
obedecer la palabra del Señor. Los caldeos serían utilizados como
instrumentos de Dios para castigar a su pueblo desobediente. Su
disciplina estaría en proporción a su inteligencia y a las advertencias
que despreciaron. Por largo tiempo Dios había demorado sus juicios
por la renuencia que tenía de humillar a su pueblo escogido; pero
ahora les mostraría su desagrado, como un último esfuerzo por
enderezar sus caminos torcidos.
En estos días no ha establecido ningún nuevo plan para preservar
la pureza de su pueblo. De la misma manera en que lo hizo en la
antigüedad, él ruega a los errantes que profesan su nombre que se
arrepientan y se vuelvan de sus malos caminos. Por boca de sus
siervos escogidos de ahora, como de entonces, predice los peligros
que están delante de ellos. Hace sonar su nota de advertencia, y
reprende el pecado tan fielmente como en los días de Jeremías. Pero
el Israel de nuestro tiempo tiene las mismas tentaciones de desdeñar
los reproches y odiar los consejos que el antiguo Israel. Demasiado
a menudo prestan oídos sordos a las palabras que Dios ha dado a sus
siervos para beneficio de los que profesan la verdad. Sin embargo,
como en los días de Jeremías, la misericordia del Señor retiene por
un tiempo la retribución de su pecado, pero no siempre los protegerá,
sino que visitará la iniquidad con juicio justo.
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