Página 193 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Son necesarias las reprobaciones fieles
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lo mantendría alejado del amor a sí mismo y la autocomplacencia.
No ha sido diligente, no ha buscado obtener una mejor experiencia
en el día a día. En este momento debería ser un hombre solvente en
cualquier puesto de responsabilidad, pero la soberbia ha marcado
todo cuanto ha tocado su mano. Ha sido hábil para conseguir sus
propios propósitos, pero no ha ganado sabiduría con la experiencia
de tantos años.
B se ha infatuado. Podría haber avanzado con firmeza, creciendo
en gracia, pero la apariencia externa le ha parecido más importante
que los adornos internos, tales como el vestido de un espíritu manso
y pacífico, que Dios considera de gran valor. Los no creyentes que
han sido empleados por la obra, pero que no han disfrutado de la luz
de la verdad presente que ustedes sí han disfrutado, han sido mucho
más fieles y conscientes de su tarea que ustedes, a quienes me dirijo.
Si se hubiesen reunido diligentemente con Cristo, muchos de ellos
estarían ahora con nosotros en la verdad. Pero las vidas de ambos
fueron para ellos piedra de tropiezo. Dios mira a esas personas con
una piedad y una aprobación mayores que a aquellos que creen la
verdad, pero que lo niegan con sus obras. La fe que se deja a un lado
según las conveniencias y se usa como si de un vestido se tratara no
es la religión de Cristo, sino un artículo espurio que no resistirá las
pruebas de este mundo.
La verdadera religión se muestra siempre con claridad en nues-
tras palabras, en nuestro comportamiento y en todas las acciones
de la vida. Los seguidores de Cristo no deben divorciar la religión
de los negocios. Deben ir de la mano y los mandamientos de Dios
deben ser estrictamente respetados en todos los detalles de los asun-
tos materiales. Saber que somos hijos de Dios debería elevar el tono
del carácter aun en los deberes cotidianos de la vida, impidiendo
que seamos perezosos para los negocios y favoreciendo un espíritu
ferviente. Una religión así soporta el escrutinio del mundo con una
gran conciencia e integridad.
Cada obrero debería considerarse como un mayordomo de Dios y
desempeñar su labor con exactitud y fiel vigilancia. Constantemente
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debería preguntarse: “¿Lo que hago está de acuerdo con la voluntad
de Dios? ¿Será del agrado del Redentor?” La religión de la Biblia
eleva la razón hasta el punto de que Cristo se mezcla con todos
los pensamientos. Cada acción, cada palabra y cada momento de