Página 214 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Consagración completa
El siguiente testimonio fue escrito en enero de 1875 y su veraci-
dad fue reconocida por el hermano C, el cual dijo que le había dado
luz y esperanza.
Hermano C, se ha vuelto a alejar de Dios. Sus puntos de vista
respecto de las exigencias de Dios nunca han estado demasiado bien
definidos. Ello no es excusa para que sea negligente y baje la guardia
porque la conducta de muchos que se declaran cristianos es errónea.
No se ha consagrado a Dios. No ha sentido la necesidad de que él lo
guarde y, por lo tanto, la duda lo ha vencido y lo ha esclavizado; la
prisión de la falta de fe ha encadenado su alma. No glorifica a Dios
con su vida. A veces, nuestra fe le parece cuestionable. La razón
está en usted mismo. En el mundo, la verdad y la falsedad están tan
entremezcladas que no siempre es posible discernir claramente una
de otra. Y sin embargo, ¿por qué alguien que profesa la verdad es
tan débil? Porque no entiende su propia ignorancia y debilidad. Si lo
supiera, si desconfiara de sí mismo, se daría cuenta de la importancia
de la ayuda divina para protegerlo de las argucias del enemigo.
Debemos ser cristianos activos y trabajadores, humildes de corazón
y vida, puesta la mirada únicamente en la gloria de Dios. ¡Cuántos
naufragios vemos día tras día, cuantas bocas calladas y cuántas vidas
estériles! “Esto”, dijo el ángel, “es porque caen en la tentación. Nada
marchita la paz del alma como la infidelidad pecaminosa”.
No se desespere ni abandone, pensando que debe vivir y morir
bajo el dominio de la duda y la falta de fe. En el Señor está nuestra
justicia y nuestra fuerza. Abandónese a él y con su poder podrá
apagar los ardientes dardos del adversario y salir más que vencedor.
Puede elegir entre ser santificado por la verdad o andar en las tinie-
blas de la incredulidad, perdiendo el cielo y todo cuanto posee. Al
andar en la luz y obrar según la voluntad de Dios podrá vencer su
naturaleza soberbia.
No ha dudado en ser generoso con sus aportes, pero no se ha
entregado a sí mismo. No ha sentido el llamamiento para hacer
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