Consagración completa
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sacrificios que habrían requerido un cuidado; no ha estado dispuesto
a hacer nada por Cristo, por humilde que fuera. Dios lo arrojará
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al suelo una y otra vez hasta que, con corazón humilde y mente
sumisa, pase la prueba que le inflige y se santifique completamente
para la obra y servicio de Dios. Entonces ganará la vida inmortal.
Puede ser un hombre completamente desarrollado en Jesucristo, o un
enano espiritual incapaz de obtener victorias. Hermano, ¿cuál será
su elección? ¿vivir una vida de sacrificio y abnegación, cumpliendo
alegremente con su tarea, perfeccionando un carácter cristiano y
avanzando hacia la recompensa inmortal? No se puede engañar
a Dios; Cristo no acepta un servicio dividido. Lo pide todo. No
retenga nada. Cristo pagó un precio infinito por usted y demanda
que todo lo que usted tiene le sea rendido como una ofrenda de
buena voluntad. Si se consagra completamente a él, de todo corazón
y toda su vida, la fe apartará las dudas y la confianza tomará el lugar
de la desconfianza y la incredulidad.
Hermano, corre un grave peligro porque ni usted ni su familia
siguen más estrictamente la reforma pro salud. Su sangre es impura,
usted todavía se corrompe e inflama sus pasiones con la compla-
cencia del gusto. No se traicione siendo indulgente con el uso de
estimulantes, porque esto, además de hacerle perder la fuerza física
y causarle reacciones negativas en el organismo, le nublará el en-
tendimiento. Los hábitos temperantes estrictos en la comida y en
la bebida, junto con la firme confianza en Dios, mejorarán su salud
física, mental y moral. Tiene un carácter altamente irascible. Tiene
muy poco autocontrol y, frecuentemente, cuando está sometido a ex-
citación dice y hace cosas de las que más tarde se arrepiente. Debería
pedir una voluntad determinada que lo ayude en su lucha contra sus
propias inclinaciones y propensiones. Debe mantener abiertas las
avenidas del alma para que pueda recibir la luz y la verdad. Pero
cuando acontece algo que lo pone a prueba, con frecuencia, apa-
recen los prejuicios y usted se rebela contra lo que considera una
restricción de su libertad o una violación de sus derechos.
La palabra de Dios presenta claramente ante nosotros la verdad
de que nuestra naturaleza física entrará en conflicto con la espiri-
tual. El apóstol nos encarga que nos abstengamos de los placeres
carnales que guerrean contra el alma. Cada apetito pervertido es una
pasión guerrera. La indulgencia ante los apetitos que perjudican la
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