Página 216 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
fuerza física es la causa de las enfermedades del alma. Las pasiones
que menciona el apóstol no se limitan solamente a la violación del
séptimo mandamiento, sino a toda indulgencia en el gusto que me-
noscabe el vigor físico, la cual se convierte en una pasión que causa
conflictos. El apóstol declara que el que desee obtener victorias y
alcanzar objetivos más altos “de todo se abstiene”.
1 Corintios 9:25
.
La temperancia en la comida y la bebida, así como el ejercicio de
la temperancia en cualquier otro aspecto, es esencial si deseamos
vencer como Cristo venció. Dios nos ha dado luz, no para que la
tratemos con indiferencia, sino para que sea nuestra guía y ayuda.
Debe cultivar el autocontrol. La lección que debiera haber apren-
dido en la juventud debe ser aplicada ahora. Disciplínese para que
pueda morir al yo y llevar su voluntad a sujeción con la de Cristo.
A menos que se convierta profunda y completamente, hermano,
perderá la vida eterna. Su servicio en la causa de Dios debe ser
más voluntarioso, completo y cuidadoso. No podrá perfeccionar un
carácter cristiano sirviendo a Dios y, a la vez, descuidar sus obliga-
ciones según sus conveniencias. Debe realizar un cambio radical en
su vida, obtenga una experiencia renovada de lo que ya ha vivido o
Dios no aceptará su servicio.
Nuestro Padre celestial ha tenido mucha paciencia con usted.
Lo ha tratado con ternura. La enfermedad lo golpeó cuando todavía
no estaba preparado para morir porque no había perfeccionado un
carácter cristiano y su moral no era adecuada para el cielo. Satanás
estaba junto a usted, afligiéndolo y destruyéndolo, para que usted
fuera contado entre los transgresores. Las oraciones fervientes y
efectivas en su favor prevalecieron. Los ángeles acudieron para tener
cuidado de usted, para guardarlo y protegerlo del poder de Satanás
y conservar su vida. Con un amor inigualable, Dios le ha dado otra
oportunidad. Ha respondido a las oraciones por causa de su miseri-
cordia, no porque haya en usted alguna virtud o bondad. Su tiempo
de gracia ha sido prolongado para que tenga una oportunidad de
redimir su pasado, vencer los defectos de su carácter y mostrar en
su vida la dedicación a Dios que él reclama de usted. Ha tenido sen-
timientos de gratitud, pero no ha experimentado ese agradecimiento
de todo corazón y la humildad decorosa que debiera haber inspirado
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el insuperable amor del Salvador.