Página 223 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La necesidad de la armonía
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seguir. La ternura y la misericordia que Cristo ha revelado en su
propia vida preciosa, deben ser para nosotros ejemplo de la manera
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en que debemos tratar a nuestros semejantes y especialmente a los
que son nuestros hermanos en Cristo.
Dios nos está beneficiando continuamente, pero somos dema-
siado indiferentes a sus favores. Hemos sido amados con ternura
infinita; y sin embargo, muchos de los nuestros tienen poco amor
unos hacia otros. Somos demasiado severos para con quienes supo-
nemos que están en error, y somos muy sensibles a la menor censura
o duda expresada respecto de nuestra propia conducta.
Se hacen inferencias y se lanzan críticas de unos a otros; pero,
al mismo tiempo, los que expresan estas inferencias y críticas son
ciegos respecto de sus propios fracasos. Otros pueden ver sus errores,
pero ellos no los pueden ver. Estamos recibiendo diariamente las
bondades del cielo, y debe brotar de nuestro corazón una amante
gratitud hacia Dios que nos haga solidarizarnos con nuestros vecinos
y hacer nuestros los intereses de ellos. Pensar y meditar en la bondad
de Dios hacia nosotros cerraría las puertas del alma a las sugestiones
de Satanás.
Diariamente queda comprobado el amor de Dios hacia nosotros;
y sin embargo, no pensamos en sus favores y somos indiferentes a
sus súplicas. Él trata de impresionarnos con su espíritu de ternura,
su amor y tolerancia; pero apenas si reconocemos los indicios de su
bondad y poco nos percatamos de la lección de amor que él desea
que aprendamos. Algunos, como Amán, olvidan todos los favores
de Dios, porque Mardoqueo está delante de ellos y no es castigado;
porque sus corazones están llenos de enemistad y odio, más bien
que de amor, el espíritu de nuestro amado Redentor que dio su
preciosa vida por sus enemigos. Profesamos tener el mismo Padre,
estar dirigiéndonos a la misma patria inmortal, disfrutar de la misma
solemne fe y creer el mismo mensaje de prueba; y sin embargo,
muchos están en disensión unos con otros como niños rencillosos.
Algunos que están trabajando en el mismo ramo de la obra tienen
divergencias con otros; y, por lo tanto, están en divergencia con el
Espíritu de Cristo.
El amor a la alabanza ha corrompido muchos corazones. Los que
han estado relacionados con el Instituto de Salud han manifestado a
veces un espíritu de censura para con los planes trazados; y Satanás