Página 235 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Oposición a las advertencias fieles
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Obstinación y no independencia
Hermano G, cultivar el amor puro y abnegado y la benevolencia
desinteresada será para usted un trabajo fatigoso. No está acostum-
brado a ceder en sus opiniones e ideas y, a veces, abandonar sus
propios juicios y dejarse guiar por el consejo ajeno. Hermano y
hermana G, ambos deben reducir su yo y aumentar la gracia de Dios.
Ambos deben adquirir el hábito del gobierno propio para que sus
pensamientos puedan sujetarse al Espíritu de Cristo. Tiene nece-
sidad de la gracia de Dios para que sus pensamientos puedan ser
disciplinados y fluyan por el canal correcto, para que sus palabras
sean palabras justas y para que sus pasiones y apetitos se sujeten
al control de la razón y la lengua se refrene ante la frivolidad, la
censura y las críticas mundanas. “Si alguno no ofende en palabra,
éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.
Santiago 3:2
. El mayor triunfo que nos dio la religión de Cristo
es el control sobre nosotros mismos. Debemos controlar nuestras
tendencias naturales; de otro modo, jamás venceremos como Cristo
venció.
Entre los que profesan seguir a Cristo hay algunos que son dis-
pépticos espirituales. Ellos mismos se han hecho inválidos y su
debilidad espiritual es el resultado directo de sus propias imper-
fecciones. No obedecen las leyes de Dios ni ponen en práctica los
principios de sus mandamientos. Son indolentes en su causa y obra
y no cumplen con ninguna de las misiones que se les encomiendan.
Sin embargo, cuando creen ver algo en lo que pueden encontrar un
defecto, son activos y celosos. Un cristiano que no trabaja no está
sano. La enfermedad espiritual es el resultado del deber descuidado.
Para que la fe de un hombre sea fuerte debe permanecer mucho
tiempo con Dios, en oración secreta. ¿Cómo puede la benevolencia
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de un hombre ser una bendición para él si nunca la ejercita? ¿Cómo
podemos pedir a Dios que nos ayude en la conversión de las almas
si, al mismo tiempo, no hacemos nada para traerlas al conocimiento
de la verdad? Se ha hecho tan débil que se ha vuelto inútil, tanto
para usted como para la iglesia. El remedio es el arrepentimiento,
la confesión y la reforma. Necesita fuerza moral y el verdadero
alimento de la gracia de Dios. Nada fortalecerá tanto su religiosidad
como trabajar para que avance la causa que profesa amar en lugar de