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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
Ambos están dispuestos a ver las faltas ajenas y, a la vez, están
ciegos a sus muchas faltas y errores. Ambos son nerviosos y se irritan
y excitan con facilidad. Necesitan la mansedumbre de la sabiduría.
Se aferran tenazmente a sus propias fragilidades, sus pasiones y
sus prejuicios como si el hecho de abandonarlos fuera causa de
gran desgracia; y no se dan cuenta de que son espinas punzantes y
dolorosas. Jesús les invita a depositar el yugo que han cargado, que
ha doblegado su cerviz, y tomar el suyo, que es liviano, porque su
carga es ligera. ¡Cuán abrumadora es la carga del amor propio, la
codicia, el orgullo, la pasión, los celos y las suposiciones perversas!
¡Cuán firmemente agarran los hombres estas maldiciones y cuánto
se resisten a abandonarlas! Cristo conoce cuán abrumadores son
estos yugos autoimpuestos y nos invita a depositarlos a sus pies.
Invita a las almas cargadas y apesadumbradas para que se acerquen
a él y cambien los pesados yugos que ellas mismas se han puesto
al cuello por el suyo, que es ligero. Dice: “Hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (
Mateo
11:29
). Las exigencias del Salvador son coherentes y armónicas,
llevarlas con gozo trae la paz y el descanso al alma.
Cuando el hermano G toma una posición en el lado equivocado
no le resulta fácil confesar que ha cometido un error. Pero, si consi-
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gue borrar de su memoria y la de los demás su mala acción, y puede
hacer cambios para rectificar sin reconocer su error, no dudará en
hacerlo. Sin embargo, todos esos errores y pecados no confesados
permanecen registrados en el cielo y no serán borrados hasta que
cumpla las instrucciones dadas en la palabra de Dios: “Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis
sanados”
Santiago 5:16
. Si el hermano G tiene otro plan distinto
del que el Señor nos ha dado, ese estilo no es seguro y, al final,
desembocará en su ruina. Ese otro estilo es ruinoso para la iglesia y
para la prosperidad y la felicidad de su familia. Debe reblandecer el
corazón y permitir que la humildad, la ternura y el amor entren en
su alma. Debe cultivar cualidades abnegadas. Hermano y hermana
G, deberían cultivar cualidades mentales que los purifiquen, que los
impulsen a olvidarse del yo y aumenten su interés por aquellos con
quienes entran en contacto. Existe una corriente de amor propio y
preocupación por el yo que aumenta su infelicidad con sufrimiento
y pesadumbre. Tienen un conflicto con ustedes mismos en el que