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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
tiene excusa. La acción es mala. Con una sóla palabra agresiva y pre-
cipitada pueden clavar un aguijón en el corazón de sus amigos que
nunca será olvidado. A menos que ejerciten el autocontrol serán una
pareja infeliz. Cada uno de ustedes pone la causa de su infelicidad
en las faltas del otro. Dejen de hacerlo. Establezcan como norma no
pronunciar jamás palabras de censura mutua sino que, siempre que
sea posible, de sus bocas salgan elogios.
Algunos piensan que la locuacidad es una virtud y hablan gran-
dezas de su franqueza diciendo las cosas desagradables que habitan
en sus corazones. Permiten que su espíritu irascible se derrame como
un torrente de reproches y acusaciones. Cuanto más hablan, más se
excitan y Satanás aprovecha la ocasión para hacer su obra porque
le es muy ventajosa. Las palabras irritan a quien las escucha y la
provocación es respondida con palabras aún más duras. Finalmente,
un asunto banal se convierte en un gran incendio. Ambos piensan
que posiblemente sufran más pruebas de las que pueden soportar y
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que sus vidas son muy infelices. Con resolución, empiecen la tarea
de controlar sus pensamientos, sus palabras y sus acciones. Cuando
uno de ustedes sienta que se aviva el resentimiento, retírese y pida
humildemente la ayuda de Dios, el cual escuchará la oración que
sale de labios sinceros.
La conciencia iluminada debe controlar todas las pasiones. “Ves-
tíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable
misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de pa-
ciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si
alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdo-
nó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos
de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un sólo
cuerpo; y sed agradecidos”.
Colosenses 3:12-15
.
Hermanos, si viven añadiendo gracia a la gracia, Dios multipli-
cará en ustedes su gracia. Cuando ustedes añadan, Dios multiplicará.
Si retienen en sus mentes que Dios ve y oye todo cuanto hagan
o digan y lleva un fiel registro de todos sus actos y sus palabras,
de los cuales ustedes serán hechos responsables, entonces, en todo
cuanto hagan y digan querrán seguir los dictados de una conciencia
iluminada y despierta. Usarán la lengua para gloria de Dios y serán
una fuente de bendición para ustedes y los demás. Pero si, tal como