Página 255 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Soberbia en la iglesia y en la familia
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mismo amor que caracterizó las obras de Cristo debe morar en su
corazón. El amor proviene de Dios. Es una planta de crecimiento
celestial y no puede vivir y florecer en el corazón natural. Donde
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existe el amor hay verdad, vida y poder. Pero no puede vivir sin
acciones; siempre que se ejercita aumenta y se expande. No se
fija en los pequeños errores ni se apresura a reprochar las pequeñas
equivocaciones. Tomará el control cuando la discusión y las palabras
se muestren vanas e inútiles. El mejor método para reformar el
carácter y regular la conducta de su familia es el principio del amor.
Le dará fuerza y obrará lo que ni el dinero ni las potencias son
capaces de obrar.
Hermano, las palabras ásperas y crueles hieren y cortan. Le
resulta muy fácil censurar y reprochar, pero así sólo conseguirá infe-
licidad. Si esas mismas palabras se las dijeran a usted, rápidamente
se indignaría. Ha pensado que ser amable, tierno y compasivo es una
debilidad, que hablar a su esposa con amabilidad, ternura y cortesía
menoscaba su dignidad. Su idea de la masculinidad y la dignidad
está equivocada. La inclinación a abstenerse de obrar con amabilidad
es una debilidad manifiesta de su carácter. Lo que piensa que es una
debilidad, Dios lo considera como la verdadera cortesía cristiana que
debe ser ejercida por todos los cristianos; porque ese fue el espíritu
que Cristo manifestó.
Su inclinación a la soberbia es muy fuerte y su opinión sobre sí
mismo es mucho más elevada de lo que debiera ser. Con frecuencia
adopta puntos de vista sobre las Escrituras que son extremadamente
extravagantes y especulativos y se aferra a ellos con el mismo celo
que los judíos se aferraban a sus tradiciones. Al no poseer un espíritu
que se deje educar, está en constante peligro de crear problemas en la
iglesia, a menos que ponga manos a la obra y corrija esos errores con
la fuerza del poderoso Conquistador. Su caso es inquietante porque
piensa que sabe más de esas cosas que sus hermanos y es muy difícil
acercarse a usted. Tiene un espíritu farisaico de autojustificación que
parece decir: “No se acerque, permanezca alejado; soy más santo
que usted”.
No ha visto la corrupción de su propio corazón y no ha advertido
que casi ha hecho de su vida un fracaso. Sus opiniones no pueden ni
deben regir la iglesia de Dios. es preciso que cultive todas las gracias
cristianas, en especial la caridad, que es sufrida, es benigna, que no