Página 297 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Experiencias y trabajos
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seguir su propia inclinación, hacía la voluntad de Dios aunque no
fuera agradable y crucificara su naturaleza.
Llamamos a los que deseaban ser bautizados y aquellos que
guardaban por primera vez el sábado para que se adelantaran. Res-
pondieron veinticinco, los cuales dieron un testimonio excelente, y
antes de la clausura de la reunión de campo veintidós recibieron el
bautismo.
Nos alegramos de encontrar a los viejos conocidos de la causa
con quienes establecimos amistad treinta años atrás. Nuestro muy
amado hermano Hastings está hoy tan interesado en la verdad como
entonces. Nos alegramos de encontrar a la hermana Temple y a la
hermana Collins de Darmouth, Massachussets, y al hermano y la
hermana Wilkinson, en cuya casa nos alojamos más de treinta años
atrás. El peregrinaje de algunos de esos seres amados puede terminar
en breve, pero si son fieles hasta el fin recibirán la corona de vida.
Nos interesamos por el hermano Timbal, el cual es mudo y fue
misionero entre los mudos. Gracias a su perseverante trabajo un pe-
queño grupo ha aceptado la verdad. Encontramos a este fiel hermano
en nuestras reuniones anuales, rodeado de varios conversos mudos.
Alguien que puede oír, escribe cuanto puede de los discursos y se
sienta junto a sus amigos mudos. Él lo lee y vuelve a predicar acti-
vamente valiéndose de sus manos. Ha usado libremente sus medios
para avanzar en el trabajo misionero honrando a Dios con su dinero.
La mañana del martes 3 de septiembre abandonamos Ballard
Vale para asistir a la reunión de campo de Maine. Disfrutamos de
un apacible descanso en casa del joven hermano Morton, cerca de
Portland. Él y su buena esposa consiguieron que nuestra estancia con
ellos fuera muy agradable. Antes del sábado entramos en el campa-
mento de Maine y nos alegramos de ver a algunos amigos probados
de la causa. Hay algunos que, haga sol o llueva, siempre están al pie
del cañón. Pero también hay cristianos de día soleado que cuando
todo anda bien y agrada a sus sentimientos, son fervientes y celosos;
pero cuando hay nubarrones y asuntos desagradables que afrontar,
no tienen nada que decir o hacer. La bendición de Dios descendía
sobre los obreros activos, mientras que los que no hacían nada no
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se beneficiaban de la reunión en la medida en que podían haber-
lo hecho. El Señor estaba con sus ministros, los cuales trabajaban
fielmente presentando temas doctrinales y prácticos. Deseábamos