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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
lo dediquen a estudiar sus propias comodidades y a transformarse en
moradores de la tierra, sino para que lo empleen en la obra de vencer
todo defecto de su carácter, y en ayudar a otros, por su ejemplo y
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esfuerzo personal, a ver la belleza de la santidad. Dios tiene en la
tierra un pueblo que, con fe y santa esperanza, está siguiendo el rollo
de la profecía que rápidamente se cumple, y cuyos miembros están
tratando de purificar sus almas obedeciendo a la verdad a fin de no
ser hallados sin manto de boda cuando Cristo aparezca.
Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han in-
currido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han
hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido, cada vez, el fracaso.
Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor
está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran
a los que han de ser herederos de la salvación no conocen ni el día
ni la hora. “Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles
de los cielos, sino mi Padre solo”.
Mateo 24:36
. Por haber pasado
repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra
en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al
próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con digusto
el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que
se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad
presentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las
cosas está cercano.
Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida, al ha-
cerlo, satisfacen al adversario de las almas, porque promueven más
la incredulidad que el cristianismo. Mediante textos de las Escrituras
erróneamente interpretados, presentan una cadena de argumentos
que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran
que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje
de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero
los hombres han pervertido su significado. Esos errores han despres-
tigiado la verdad de Dios para estos últimos días. Los ministros de
todas las denominaciones ridiculizan a los adventistas; sin embargo,
los siervos de Dios no deben callar. Las señales predichas en la
profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto
debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar
con celo.