Página 314 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz”
Colosenses 1:7-12
.
Los ministros que trabajan en los pueblos y las ciudades al pre-
sentar la verdad no deben sentirse satisfechos, ni creer que su tarea
ha concluido, hasta que los que han aceptado la teoría de la verdad
lleguen a comprender el efecto de su poder santificador y se convier-
tan realmente a Dios. Que seis personas se conviertan realmente a la
verdad como resultado de sus esfuerzos es más agradable a Dios que
sesenta hagan una profesión nominal sin convertirse completamente.
Los ministros deberían dedicar menos tiempo a predicar sermones y
reservar una porción de sus fuerzas para visitar y orar con los que
muestran interés, dándoles una instrucción piadosa hasta el punto
de que puedan “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”.
Colosenses 1:28
.
El amor de Dios debe morar en el corazón del maestro de la
verdad. Su corazón debe estar imbuido de ese profundo y ferviente
amor que poseía Cristo. Sólo así se derramará sobre los otros. Los
ministros deben enseñar que todo aquél que acepta la verdad tiene
la obligación de dar frutos para gloria de Dios. Deben enseñar que
la abnegación es una práctica diaria, que muchas cosas que han
sido codiciadas deben ser abandonadas y que se deben cumplir mu-
chos deberes, por desagradables que parezcan. Los intereses en los
negocios, las muestras de afecto de carácter social, la comodidad,
el honor, la reputación—en una palabra, todo—, debe ser someti-
do a las exigencias superiores y siempre supremas de Cristo. Los
ministros que no son hombres de piedad vital, que despiertan el
interés del pueblo pero no acaban de pulir la tarea, dejan un campo
extremadamente difícil para los que deseen entrar y finalizar el tra-
bajo que ellos dejaron incompleto. Esos hombres serán juzgados; si
no desempeñan su labor con más fidelidad, después de una última
prueba, serán arrojados como piedras del camino y vigías infieles.
Dios desea que los hombres que se presenten como maestros,
previamente hayan aprendido la lección y luego estudien todos los
puntos de la verdad presente de manera inteligente y aceptable. Con
el conocimiento de la teoría deberían adquirir continuamente un
conocimiento más preciso de Jesucristo. Las normas y los estudios
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son necesarios, pero no suficientes. A ellos el ministro debe unir
la oración sincera pidiendo fidelidad para que, de ese modo, no