Página 317 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

Para los ministros
313
a otros. Con esos esfuerzos, mezclados con oraciones pidiendo luz
divina, la vivificante influencia de la gracia de Dios hará palpitar sus
corazones; sus emociones brillarán con más fervor divino y toda su
vida cristiana será más real, más sincera y estará más consagrada.
El ministro de Cristo ha de ser un hombre de oración, un hombre
piadoso; optimista, y nunca áspero o brusco, ni tampoco chistoso
o frívolo. El espíritu frívolo puede ser adecuado para la profesión
de payaso o actor de teatro, pero siempre rebajará la dignidad del
hombre que ha sido escogido para estar entre los vivos y los muertos
y para ser la boca de Dios.
La labor diaria se registra fielmente en los libros de Dios. Co-
mo hombres que piden iluminación espiritual daréis tono moral al
carácter de todos aquellos con los que os relacionéis. Como fieles
ministros del evangelio, debéis dirigir todas vuestras energías men-
tales y todas las oportunidades de vuestra vida hacia el completo
éxito de vuestro trabajo y presentar perfecto en Cristo Jesús a todo
hombre. Con tal fin, debéis orar con sinceridad. Los ministros del
evangelio deben poseer ese poder que obró tan grandes maravillas
con los humildes pescadores de Galilea.
Necesitáis fuerza moral y espiritual para desempeñar las respon-
sabilidades que se os delegan. Podéis poseerlas y, aun así, sufrir de
una gran falta de piedad. El don del Espíritu Santo es indispensable
para tener éxito en la gran tarea. Cristo dijo: “Separados de mí nada
podéis hacer”.
Juan 15:5
. Pero con Cristo fortaleciéndoos podéis
hacerlo todo.
[316]