Página 32 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

28
Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
la confusión, y sin embargo tratan de seguir adelante, sintiéndose
seguros de la victoria.
Por fin, la nube misteriosa se transforma ante sus ojos asombra-
dos en una columna de fuego. Los truenos retumban, centellean los
relámpagos y las olas ruedan a su alrededor y el temor se posesiona
de sus corazones. En medio del terror y la confusión, la pálida luz
les revela a los asombrados egipcios las terribles aguas amontonadas
en masa a la mano derecha y a la izquierda. Ven el ancho camino
que el Señor abrió para su pueblo a lo largo de las resplandecientes
arenas del mar y contemplan al triunfante Israel seguro en la distante
orilla.
La confusión y la consternación se apoderaron de ellos. En me-
dio de la ira de los elementos, en la cual escuchan la voz de un Dios
airado, tratan de desandar su camino y huir hacia la orilla que habían
dejado. Pero Moisés extiende su vara, y las aguas amontonadas,
silbando y bramando, hambrientas de su presa, se precipitan sobre
los ejércitos de Egipto. El orgulloso Faraón y sus legiones, los carros
dorados y las armaduras relucientes, los caballos y sus jinetes, que-
dan sumergidos bajo un mar tormentoso. El poderoso Dios de Israel
ha librado a su pueblo, y los cantos de agradecimiento del pueblo
ascienden al cielo, porque Dios ha obrado maravillosamente en su
favor.
La historia de los hijos de Israel ha sido escrita para instrucción
y admonición de todos los cristianos. Cuando los israelitas fueron
sobrecogidos por peligros y dificultades, y el camino les parecía
cerrado, su fe los abandonó y murmuraron contra el caudillo que
Dios les había asignado. Le culpaban de haberlos puesto en peligro,
cuando él había obedecido tan sólo a la voz de Dios.
La orden divina era: “Que marchen”.
Éxodo 14:15
. No habían
de esperar hasta que el camino les pareciese despejado y pudiesen
comprender todo el plan de su libramiento. La causa de Dios ha
de avanzar y él abrirá una senda delante de su pueblo. Vacilar y
murmurar es manifestar desconfianza en el Santo de Israel. En su
providencia Dios llevó a los hebreos a las fortalezas de las montañas,
con el mar Rojo por delante, para poder librarlos y salvarlos para
[30]
siempre de sus enemigos. Podría haberlos salvado de cualquier otra
manera, pero eligió este método a fin de probar su fe y fortalecer su
confianza en él.