Página 34 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
victoria. Es únicamente por medio de la fe como podemos llegar al
cielo.
Hay gran similitud entre nuestra historia y la de los hijos de
Israel. Dios condujo a su pueblo de Egipto al desierto, donde podía
guardar su ley y obedecer su voz. Los egipcios, que no respetaban
a Jehová, acamparon cerca de Israel; sin embargo, lo que para los
israelitas era un gran raudal de luz, que iluminaba todo el campa-
mento y resplandecía sobre la senda que se tendía ante ellos, fue
para las huestes del Faraón una muralla de nube que obscurecía aún
más las tinieblas de la noche.
Así también, en este tiempo, hay un pueblo a quien Dios ha hecho
depositario de su ley. Para quienes los acatan, los mandamientos de
Dios son como una columna de fuego que los ilumina y los conduce
por el camino de la salvación eterna. Pero para aquellos que los
desprecian, son como las nubes de la noche. “El principio de la
sabiduría es el temor de Jehová”.
Proverbios 1:7
. Mejor que todo
otro conocimiento es la comprensión de la Palabra de Dios. En la
observancia de los mandamientos hay gran recompensa, y ninguna
ventaja terrenal debe inducir al cristiano a vacilar por un momento
en su fidelidad. Las riquezas, los honores y las pompas mundanales
no son sino como escoria que perecerá ante el fuego de la ira de
Dios.
La voz del Señor que ordena a sus fieles que marchen, prueba con
frecuencia su fe hasta lo sumo. Pero si ellos hubiesen de postergar
la obediencia hasta que haya desaparecido de su entendimiento toda
sombra de incertidumbre y no quedase ningún riesgo de fracaso o
derrota, nunca avanzarían. Los que creen que les es imposible ceder
a la voluntad de Dios y tener fe en sus promesas hasta que todo esté
despejado y llano delante de ellos, no cederán nunca. La fe no es
la certidumbre del conocimiento; es “la sustancia de las cosas que
se esperan, la demostración de las cosas que no se ven”.
Hebreos
11:1
. El obedecer a los mandamientos de Dios es la única manera de
obtener su favor. “Marchad” debe ser el santo y seña del cristiano.
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