Página 350 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
se nos debe enternecer la conciencia, las meditaciones del corazón
deben convertirse en espirituales, y todo el carácter debe adquirir
simetría. Los que realmente desean glorificar a Dios agradecerán
que todos los ídolos y pecados queden expuestos, a fin de poder
ver estos males y desecharlos; pero el corazón dividido deseará la
complacencia antes que la abnegación.
La rama aparentemente seca, al conectarse con la vid viviente,
llega a formar parte de ella. Una fibra tras otra fibra y una vena tras
otra vena se van adhiriendo a la vid, hasta que su vida y nutrición
derivan de la cepa madre. El injerto brota, florece y fructifica. El
alma, muerta en sus delitos y pecados, debe experimentar un proceso
similar a fin de quedar reconciliada con Dios y participar de la vida
y del gozo de Cristo. Así como el injerto recibe vida cuando se
une a la vid, el pecador participa de la naturaleza divina cuando se
relaciona con Dios. El hombre finito queda unido con el Dios infinito.
Cuando estamos así unidos, las palabras de Cristo moran en nosotros
y no somos ya impulsados por sentimientos espasmódicos, sino por
principios vivos y permanentes. Debemos meditar en las palabras de
Cristo, apreciarlas y atesorarlas en el corazón. No debemos repetirlas
como loros, sin darles cabida en la memoria ni dejarles ejercer
influencia sobre el corazón y la vida.
Así como el pámpano debe permanecer en la vid para obtener la
savia vital que lo hace florecer, los que aman a Dios y guardan todos
sus dichos deben permanecer en su amor. Sin Cristo no podemos
subyugar un solo pecado ni vencer la menor tentación. Muchos nece-
sitan el Espíritu de Cristo y su poder para iluminar su entendimiento,
tanto como el ciego Bartimeo necesitaba su vista natural. “Como el
pámpano no puede llevar fruto de por sí mismo, si no permanece en
la vid; así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi”
Juan 15:4
.
Todos los que están realmente en Cristo experimentarán el beneficio
de esta unión. El Padre los acepta en el Amado y se transforman en
el objeto de su solícito, tierno y amante cuidado. Esta relación con
Cristo traerá la purificación del corazón, así como una vida circuns-
pecta y un carácter sin tacha. El fruto que lleva el árbol cristiano es
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“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza”.
Gálatas 5:22, 23
.
Hermano, es preciso que se una estrechamente a Dios. Hay
rasgos en su carácter de los que usted es responsable. Ha dado un