Página 351 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Equidad en los negocios
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mal uso a sus facultades. Dios no puede aprobar su comportamiento.
Su modelo es mundano y no el que Cristo nos dio con su vida.
Ha mirado con los ojos del mundo y ha discernido con su juicio
impuro. Debe eliminar de su alma la contaminante influencia del
mundo. Repetidamente se ha desviado de la estricta integridad y lo
que usted consideró engañosamente como una ganancia, en realidad
es una pérdida. Cada estafa practicada en el comercio lo aleja de
la recompensa del cielo. El hombre recibirá su recompensa según
hayan sido sus actos.
No le queda tiempo. Haga diligentes esfuerzos para vencer esos
malos rasgos de su carácter que, si son consentidos, le cerrarán las
puertas de la gloria. No pierda el cielo. Le es preciso un decidido
cambio en sus palabras y sus actos para vencer su espíritu avaricioso
y poner sus pensamientos en el canal de la verdad santificada. En po-
cas palabras, necesita ser transformado. Sólo entonces Dios aceptará
su colaboración en su causa. Es necesario que sea un hombre con
una veracidad tan íntegra que el amor por el beneficio económico no
pudiera seducirlo ni vencerlo la tentación. El Señor exige a todos los
que profesan su nombre una estricta adherencia a la verdad. Serán
como sal que no ha perdido su sabor, como una luz en medio de las
tinieblas morales y el engaño del mundo.
“Vosotros sois la luz del mundo” (
Mateo 5:14
), dijo Cristo. Quie-
nes están realmente unidos a Dios, reflejando la luz del cielo, tendrán
un poder salvífico en la iglesia y también en el mundo; porque el
perfume de las buenas acciones y los actos fieles hará de ellos hom-
bres y mujeres de reputación intachable, aun para aquellos que no
tienen nuestra fe. Los temerosos de Dios respetarán y honrarán ese
carácter; e incluso los enemigos de nuestra fe, al ver reflejados el
espíritu y la vida de Cristo en sus actos diarios, glorificarán a Dios,
la fuente de su fuerza y su honor.
Hermano, debería haberse convertido realmente a la verdad y
entregado a la obra de Dios ya hace años. Se han perdido unos años
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preciosos que habrían sido ricos en experiencia en las cosas de Dios
y en el trabajo práctico en su causa. Por más que ahora sea capaz
de enseñar a otros, no ha llegado al completo conocimiento de la
verdad. Le es preciso tener un conocimiento práctico de la verdad
y estar cualificado para llevar el mensaje de advertencia al mundo.
Sus servicios han estado a punto de perderse para la causa de Dios