Página 355 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La religión en la vida diaria
Hermano H: Se me mostró que usted ama realmente la verdad
pero que la verdad no lo santifica. Tiene una gran tarea por hacer.
“Todo aquél que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo,
así como él es puro”.
1 Juan 3:3
. No le queda mucho tiempo. Se me
mostró que su vida ha sido tormentosa. No ha actuado correctamente,
pero también es cierto que estaba profundamente equivocado y
sus motivos fueron mal interpretados. Sin embargo, por su bien, la
providencia de Dios no ha permitido que sus fracasos y pérdidas
pecuniarias fueran mayores.
Le ha costado sentir que su Padre celestial es todavía su tierno
protector. Sus dilemas y tribulaciones tendían a desalentarlo y sintió
que la muerte era preferible a la vida. Aun así, en cierto momento,
de haber podido abrir los ojos, habría visto a los ángeles de Dios
que intentaban salvarlo de usted mismo. Los ángeles de Dios lo
llevaron donde pudiera recibir la verdad y afirmar los pies sobre
unos cimientos aún más firmes que los montes eternos. Allí vio y
aceptó la luz. Su vida floreció con una fe renovada. La providencia
de Dios lo unió a su obra en las oficinas de la Pacific Press. Intervino
en su favor y ahí debió ver su mano guiadora. Ha sufrido mucho, pero
usted ha sido la causa de la mayoría de sus quebraderos de cabeza
porque no sabe controlarse. En ocasiones ha sido muy severo. Tiene
un carácter irritable que debe ser vencido. En la vida se ha puesto
en peligro tanto por abandonarse a su exceso de confianza en usted
mismo como por rendirse al abatimiento. La continua dependencia
de la palabra y la providencia de Dios lo cualificará para ejercitar
todos sus potenciales por su Redentor, quien lo llamó diciendo:
“Sígueme”.
Mateo 19:21
. Le es preciso cultivar un espíritu de entera
sumisión a la voluntad de Dios, buscando sincera y humildemente
conocer sus caminos y seguir las directrices de su Espíritu Santo.
No confíe en su propio entendimiento. Recele de su propia sabiduría
y supuesta prudencia. Su condición exige esa precaución. Para el
hombre es arriesgado confiar en su propio juicio. En el mejor de
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