Página 358 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
lo lleve al vicio. Pido al joven que llene su mente con imágenes
de verdad y pureza. No hay ninguna ventaja en consentir con el
pecado. Acaso se engaña a sí mismo pensando que pecar y seguir
su propio camino es muy agradable; pero, a fin de cuentas, es un
camino terrible. Si ama la sociedad de los que prefieren el pecado
y hacen mal, sus pensamientos fluirán por un canal muy bajo y no
encontrará nada atractivo en la pureza y la santidad. Pero si pudiera
ver el fin del transgresor, que la paga del pecado es la muerte, lo
embargaría la alarma y clamaría: “¡Padre, guía mi juventud!”
Su éxito en esta vida depende en extremo de la dirección que
ahora escoja. Deberá afrontar las responsabilidades de la vida. Hasta
ahora no ha sido un joven prometedor. Es impaciente y carece de
control sobre sí mismo. Esta es la simiente que siembra su padre y
dará la cosecha que segará el sembrador. “Todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará”.
Gálatas 6:7
. Con cuánto cuidado
debiéramos plantar la semilla, porque sabemos que segaremos lo
que sembremos. Jesús aún ama a ese joven. Murió por él y lo invita
a acercarse a sus brazos y encontrar en él la paz y la felicidad, el
descanso y el reposo. Ese muchacho forja relaciones que moldearán
toda su vida. Es preciso que se una a Dios y, sin demora ni reserva,
le entregue su afecto. No puede dudar. Satanás lo asaltará con toda
su furia, pero no debe ceder a la tentación.
Se me han mostrado los peligros que acechan a los jóvenes.
Sus corazones están llenos de altas aspiraciones y ven la carretera
descendente sembrada de tentadores placeres de aspecto atractivo,
pero la muerte es su final. La estrecha senda hacia la vida quizá les
parezca desprovista de atractivos, llena de cardos y espinas, pero
no es así. Es la senda que requiere la negación de los placeres
pecaminosos; es estrecha, para que los que el Señor rescató puedan
andar por ella. Nadie puede andar por esa senda y cargar con el fardo
del orgullo, la obstinación, el engaño, la falsedad, la deshonestidad,
las pasiones y las concupiscencias carnales. La senda es tan estrecha
que quienes anden por ella deberán dejar esas cosas. Sin embargo,
la carretera ancha y cómoda tiene la suficiente amplitud para que los
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pecadores viajen por ella con todas sus tendencias pecaminosas.
Joven, si rechazas a Satanás y todas sus tentaciones podrás andar
sobre las huellas del Redentor y gozar la paz del cielo y el gozo de
Cristo. La concupiscencia del pecado no traerá consigo la felicidad.