Página 360 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
exigencias irracionales. Hermano, es preciso que reforme el espíritu
que manifiesta. Las pasiones ingobernables no se subyugarán de la
noche a la mañana. Ante usted tiene la tarea de toda una vida consis-
tente en eliminar del jardín del corazón todas las hierbas venenosas
de la impaciencia, la crítica y la disposición dominante. “El fruto
del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza”.
Gálatas 5:22, 23
. Los que son de Cristo
han crucificado la carne con sus aficiones y concupiscencias; pero el
lado brutal de su naturaleza toma las riendas del control y guía a la
parte espiritual, invirtiendo el orden de Dios.
Hermano, su fidelidad en la tarea es digna de alabanza. Otras
personas que también están en la oficina harían bien en imitar su
ejemplo de fidelidad, diligencia y minuciosidad. Usted es un hombre
inteligente, pero ha hecho un mal uso de sus facultades. Jesús le
ofrece su gracia, su paciencia y su amor. ¿Aceptará el don? Tenga
cuidado con sus palabras y acciones. En su vida diaria, cada pen-
samiento, cada palabra pronunciada y cada acción es una semilla
sembrada que brotará y dará fruto para vida eterna o para miseria
y corrupción. Piense, hermano, en cómo los ángeles de Dios ven
su triste estado cuando permite que las pasiones lo controlen. Esto
se escribe en los libros del cielo. Según sea la simiente, así será la
cosecha. No segará más que lo que haya sembrado.
Controle el apetito y, en el nombre de Jesús, será un vencedor
en este aspecto. Su salud mejorará con los hábitos correctos. Su
sistema nervioso está muy alterado, pero el Gran Médico puede
sanar su cuerpo y su mente. Hágase dependiente de ese poder, que
su gracia sea su fuerza y sus facultades físicas, morales y espirituales
mejorarán sobremanera. Usted deberá vencer en más aspectos que
otros y, por lo tanto, deberá afrontar más conflictos; pero Jesús
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recompensará sus sinceros esfuerzos. Él sabe cuán duro debe trabajar
para mantener al yo bajo el control de su Espíritu. Póngase en manos
de Jesús. Cuidar de usted mismo debería ser su tarea principal,
cuyo objetivo es convertirse en una bendición para sus hijos y para
todos aquellos que se relacionen con usted. El cielo verá con agrado
cada victoria que obtenga en la obra de triunfo. Si abandona la
ira y la pasión y mira a Jesús, el Autor y Perfeccionador de su
fe, mediante sus méritos, podrá desarrollar un carácter cristiano.