Página 363 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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La religión en la vida diaria
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opuesta y gobiernan a sus hijos con mano de hierro. Ninguna de estas
opciones sigue las directrices de la Biblia, sino que ambas llevan a
cabo una obra terrible. Están moldeando la mente de sus hijos y en
el día de Dios deberán rendir cuentas por el modo en que lo hayan
hecho. La eternidad revelará los resultados del trabajo hecho en esta
vida. “Si el retoño está doblado, el árbol crecerá torcido”.
Su estilo de gobierno es erróneo, decididamente erróneo. Us-
ted no es tierno y compasivo. ¡Qué triste ejemplo da a sus hijos
con sus enfermizas explosiones de apasionamiento! ¿Cómo será su
situación cuando tenga que rendir cuentas a Dios por su perversa
disciplina? Si amara y respetara a sus hijos manifestaría afecto por
ellos. Abandonarse a la pasión nunca es excusable, siempre es ciega
y perversa.
Dios le pide que cambie su manera de actuar. Puede llegar a ser
un hombre útil y eficiente en la oficina si hace esfuerzos decididos
para vencer. No establezca sus puntos de vista como criterio de
decisión. El Señor lo puso en relación con su pueblo para que pudiera
aprender en la escuela de Cristo. Sus ideas se han pervertido; no
confíe en su propio entendimiento. No se salvará a menos que
cambie su espíritu. A pesar de que Moisés era el más manso que
jamás vivió en la tierra, en una ocasión atrajo el disgusto de Dios
sobre sí. Las murmuraciones de los hijos de Israel exigiendo agua lo
habían molestado mucho. Los inmerecidos reproches del pueblo lo
empujaron a olvidar por un momento que su murmuración no era
contra él, sino contra Dios. En lugar de apesadumbrarse porque el
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Espíritu de Dios era objeto de insulto, se irritó, se sintió ofendido
y con maneras impacientes y soberbias, golpeó la roca dos veces
diciendo: “¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas
de esta peña?”
Números 20:10
. Moisés y Aarón quisieron ocupar
el lugar de Dios pretendiendo que el milagro fue obrado por ellos.
No exaltaron a Dios ante el pueblo, sino a ellos mismos. Al final,
muchos no podrán entrar en la vida eterna porque se comportan de
manera parecida.
Moisés mostró gran debilidad ante el pueblo. Evidenció una
notable falta de control de sí mismo, un espíritu parecido al de los
murmuradores. Debió haber sido un ejemplo de contención y pacien-
cia para la multitud, la cual estuvo pronta a excusar sus faltas, sus
desafectos y sus irracionales murmuraciones como respuesta a esta