Página 372 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
La letra de la verdad puede convencer a algunas almas que, al fin,
se aferrarán firmemente a la fe y se salvarán. Pero para el predicador
soberbio que les presentó la verdad su conversión no será ningún
crédito. Será juzgado por ser infiel mientras profesaba ser un vigía
en los muros de Sión. Un corazón orgulloso es un temible rasgo
de carácter. “Antes del quebrantamiento es la soberbia”.
Proverbios
16:18
. Esto es así en la familia, la iglesia y la nación. El Salvador,
como cuando estuvo en la tierra, busca hombres sencillos y los
enseña para que lleven al mundo su verdad, bella en su simplicidad,
especialmente a los pobres. El Pastor Supremo reunirá junto a sí a
los pastores de su rebaño. No desea que esos hombres sin formación
permanezcan ignorantes mientras lleven a cabo su labor; recibirán
sabiduría de él, la Fuente de toda sabiduría, luz y poder.
La ausencia del Espíritu Santo y de la gracia de Dios priva al
ministro del evangelio del poder para convencer y convertir. Después
de la ascensión de Jesús, los doctores, los abogados, los sacerdotes,
los gobernantes, los escribas y los teólogos escucharon con asombro
palabras de sabiduría y poder que salían de la boca de hombres sin
formación y humildes. Esos sabios se maravillaron ante el éxito de
los sencillos discípulos y, finalmente, para su propia satisfacción,
descubrieron que la causa era que habían estado con Jesús y ha-
bían aprendido de él. Su carácter y la sencillez de sus enseñanzas
eran similares al carácter y las enseñanzas de Cristo. El apóstol lo
describe con estas palabras: “Lo necio del mundo escogió Dios,
para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios,
para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que
nadie se jacte en su presencia”.
1 Corintios 1:27-29
.
Los que hoy enseñan la verdad impopular deben recibir poder
de lo alto y combinarlo con su doctrina; de otro modo, sus esfuerzos
serán de poca ayuda. El ministro y la iglesia carecen tristemente
de la preciosa gracia de la humildad. Los hombres que predican
la verdad tienen en demasiada estima sus propias capacidades. La
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verdadera humildad llevará al hombre a exaltar a Cristo y la verdad y
a darse cuenta de su total dependencia del Dios de verdad. Aprender
lecciones de humildad es doloroso, aunque del máximo provecho,
al fin y al cabo. El dolor que causan las lecciones de humildad es la
consecuencia de nuestro enorgullecimiento por causa de una falsa