Página 40 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
fuerza, la mente, y la capacidad, y a nuestro prójimo como a nosotros
mismos, seremos encontrados leales y fieles a los requerimientos
del cielo.
Además, dice el apóstol: “No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias”.
Romanos 6:12
. También insta a sus hermanos a ejercer diligencia
insistente y paciente perseverancia en sus esfuerzos por lograr la
pureza y la santidad debida, en estas palabras: “Todo aquel que
lucha, de todo se abstiene; ellos a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.
1 Corintios 9:25
.
La lucha del cristiano
Pablo presenta delante de nosotros la guerra espiritual y su re-
compensa, contrastándola con los diversos juegos instituidos entre
los paganos en honor de sus dioses. Los jóvenes que se preparaban
para esos juegos practicaban la abnegación más absoluta y la más
severa disciplina. Se prohibía cada indulgencia que tuviera la ten-
dencia a debilitar la fuerza física. A los que se sometían al proceso
de entrenamiento no se les permitía vino ni comidas de preparación
elaborada, ya que estas sustancias debilitarían en vez de aumentar
el vigor personal, la actividad saludable, la fortaleza y la firmeza.
Muchos testigos, reyes y nobles estaban presentes en esas ocasiones.
Se consideraba el mayor honor ganar una simple corona de laurel,
que en pocas horas perdería su lozanía. Pero aún después que los
competidores en procura de esta corona perecedera habían ejercido
severa abstención y se habían sometido a rígida disciplina con el
fin de obtener vigor personal y actividad, con la esperanza de ser
vencedores, aún entonces no estaban seguros de obtener el premio.
Sólo uno de ellos podía lograr el premio. Algunos podrían haber
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trabajado tan duramente como otros, y haberse esforzado al máximo
para ganar la corona de honor; pero justamente cuando extendían la
mano para asegurarse el premio, algún otro, un instante antes que
ellos, podría adelantarse y arrebatar el codiciado tesoro.
No es éste el caso de la lucha cristiana. Todos pueden correr en
esta carrera, y pueden estar seguros de lograr la victoria y honor
inmortal si se someten a las condiciones. Dice Pablo: “Corred, pues,
de tal manera que la obtengáis”.
1 Corintios 9:24
. Luego explica las