Página 41 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Complacencia del apetito
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condiciones que se deben observar con el fin de tener éxito: “Todo
aquel que lucha, de todo se abstiene”.
1 Corintios 9:25
.
Si los paganos, que no estaban controlados por una conciencia
iluminada, y que no sentían el temor de Dios, se sometían a privacio-
nes y a la disciplina del entrenamiento, negándose toda indulgencia
debilitante sólo para obtener una corona que perece y el aplauso de
la multitud, con cuanta mayor razón debieran los que están corriendo
la carrera cristiana con la esperanza de obtener la inmortalidad y la
aprobación del Cielo estar dispuestos a negarse a sí mismos indul-
gencias y estimulantes malsanos, que degradan la moral, debilitan el
intelecto y colocan los poderes superiores en sujeción a los apetitos
y pasiones animales.
Multitudes en el mundo contemplan este juego de la vida, la
lucha del cristiano. Y esto no es todo. El Monarca del universo y
las miríadas de ángeles celestiales son espectadores de esta carrera;
vigilan ansiosos para ver quiénes tendrán éxito en vencer y ganar
la corona de gloria que no se marchita. Con intenso interés Dios
y los ángeles del cielo notan el sacrificio propio, la abnegación y
los esfuerzos agonizantes de los que se dedican a correr la carrera
cristiana. La recompensa dada a cada hombre estará de acuerdo con
la energía perseverante y la fidelidad con que cumpla su parte en el
gran certamen.
En los juegos a los que nos hemos referido, sólo uno se llevaba
el premio. En la carrera cristiana, dice el apóstol: “Así que, yo de
esta manera corro, no como a la ventura”.
1 Corintios 9:26
. No nos
espera ningún desengaño al terminar la carrera.
A todos los que cumplan cabalmente con las condiciones que
especifica la Palabra de Dios, y tengan el sentido de la responsabili-
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dad de preservar el vigor físico y la actividad del cuerpo, con el fin
de que sus mentes estén bien equilibradas y su moralidad sana, la
carrera no es incierta. Todos ellos pueden lograr el premio, ganar y
ostentar la corona de gloria inmortal que no se desvanece.
El apóstol Pablo nos dice que: “Hemos llegado a ser espectáculo
al mundo, a los ángeles y a los hombres”.
1 Corintios 4:9
. Una nube
de testigos observa nuestra carrera cristiana. “Por tanto, nosotros
también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos