Página 412 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 4
verdadero honor y la verdadera gloria del siervo de Cristo no reside
en el número de sermones predicados, ni tampoco en la cantidad
de texto escrito, sino en la obra de fiel servicio a las necesidades
del pueblo. Si descuida esta parte de su trabajo no tiene derecho a
llamarse misionero.
Para este tiempo se necesitan hombres que sean capaces de
entender las carencias de la gente y servir sus necesidades. El fiel
ministro de Cristo está atento en todos los puestos de avanzada para
advertir, reprobar, aconsejar, reprender y alentar a sus semejantes,
trabajando con el Espíritu de Dios que obra poderosamente en él
para que pueda presentar a todo hombre perfecto en Cristo. El cielo
reconoce a estos hombres como ministros que siguen las huellas de
su gran Ejemplo.
Nuestros predicadores no son suficientemente constantes al res-
pecto de sus hábitos alimenticios. Ingieren cantidades demasiado
grandes de alimentos y demasiada variedad en cada una de las comi-
das. Algunos sólo son reformadores de nombre. No siguen normas
mediante las cuales regulen su dieta, sino que se muestran descuida-
dos comiendo fruta fresca o seca entre comidas. Así imponen una
carga demasiado pesada a sus órganos digestivos. Algunos comen
tres veces al día, cuando dos sería más provechoso para la salud
física y espiritual. La violación de las leyes que Dios ha puesto para
gobernar el sistema vendrá seguida, con toda seguridad, del pago de
la pena.
A causa de la imprudencia en la comida, los sentidos de algunos
parecen estar medio paralizados y se muestran lentos y somnolien-
tos. Tales ministros de rostro pálido que sufren como consecuencia
de su indulgencia en el apetito no son recomendación alguna para la
reforma pro salud. Cuando se siente fatiga por el exceso de trabajo,
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sería mucho mejor que, ocasionalmente, se ingiriera una comida
completa y se permita que la naturaleza reagrupe sus fuerzas. Nues-
tros obreros deberían hacer más por la reforma pro salud mediante
su ejemplo que predicándola. Cuando sus bienintencionados amigos
preparan para ellos platos elaborados, están tentados a transgredir el
principio. Rehusando los platos delicados, los condimentos ricos, el
té y el café ellos mismos probarán ser verdaderos reformadores pro
salud. Algunos sufren ahora por haber transgredido las leyes de la