Página 415 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

Basic HTML Version

El colegio
411
Puesto que el precio pagado por el hombre es tan alto, el amado
Hijo de Dios, ¡cuánto cuidado debieran poner los ministros, los
[412]
maestros y los padres en el trato con las almas de aquellos que
están bajo su influencia! bella tarea es la de tratar con las mentes y
debería ser desempeñada con temor y reverencia. Los educadores
de los jóvenes deberían observar un perfecto control de sí mismos.
Destruir la apropiada influencia sobre un alma humana o mantener
una dignidad y una supremacía indebidas mediante la impaciencia,
es un terrible error porque puede ser el medio por el cual esa alma
se pierda para Cristo. Las mentes de los jóvenes pueden ser tan
deformadas por el gobierno sin juicio que es posible que el perjuicio
causado nunca llegue a ser vencido del todo. La religión de Cristo
debería tener una influencia controladora sobre la educación y la
formación de los jóvenes. El ejemplo de abnegación, amabilidad
universal y amor paciente del Salvador es una reprensión para los
ministros y maestros impacientes. A esos impetuosos instructores
les pregunta: ¿Es esta la manera en que tratas las almas de aquellos
por los que di mi vida? ¿Acaso no das más valor al infinito precio
pagado por su redención?”
Todos los que están relacionados con nuestro colegio deben ser
hombres y mujeres temerosos de Dios, así como estar llenos de
su amor. Deberían conseguir que su religión sea atractiva para los
jóvenes que acceden a la esfera de su influencia. Los profesores
y los maestros deberían sentir constantemente su dependencia de
Dios. Su labor está en este mundo, pero la Fuente de la sabiduría
y el conocimiento de quien deben beber constantemente está en lo
alto. El yo no debe obtener el dominio. El Espíritu de Dios debe
estar al control. Deben andar humildemente con Dios y deben sentir
su responsabilidad, la cual no es menor que la del ministro. La
influencia que los profesores y los maestros ejercen sobre los jóvenes
de nuestro colegio los acompañará allí donde vayan. De ese colegio
debería salir una sagrada influencia que combatiera la tiniebla moral
que existe en todas partes. Cuando el ángel de Dios me mostró que
era preciso fundar una institución para la educación de nuestros
jóvenes, vi que sería uno de los mayores medios ordenados por Dios
para la salvación de las almas.
Quienes deseen tener éxito en la educación de los jóvenes deben
aceptarlos como son, no tratarlos según lo que debieran ser o lo que