Página 419 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 4 (2007)

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El colegio
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que se les ha encomendado es en beneficio de ellos mismos y de
sus hijos? Cristo dice: “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”.
Mateo 25:45
. ¿Acaso vuestros
hijos son más valiosos a los ojos de Dios que los hijos de vuestros
vecinos? Dios no hace acepción de personas. Debemos hacer todo
cuanto podamos para salvar las almas. Ninguna debe ser olvidada por
causa de su cultura o su formación religiosa defectuosas, o porque
sus hijos son menos favorecidos. Si esos descarriados y olvidados
hubiesen disfrutado de los mismos privilegios domésticos podrían
haber mostrado mucha más nobleza de alma y un mayor talento para
la utilidad que muchos de los que han sido protegidos día y noche
con los cuidados más exquisitos y el amor más desbordante. Los
ángeles se apiadan de esas ovejas descarriadas; los ángeles lloran
mientras los ojos humanos están secos y los corazones humanos
se cierran contra ellos. Si Dios no me hubiera dado otra tarea, la
ocupación de mi vida habría sido preocuparme por aquellos por los
cuales los demás no se molestan en salvar. En el día de Dios alguien
será considerado responsable de la pérdida de estas queridas almas.
Los padres que han descuidado las responsabilidades que Dios
les ha encomendado se enfrentarán a su descuido en el juicio. En-
tonces el Señor preguntará: “¿Dónde están los hijos que os di para
que los formarais para mí? ¿Por qué no están a mi derecha?” Mu-
chos padres verán entonces que el amor insensato cegó sus ojos
ante las faltas de sus hijos y permitió que desarrollaran caracteres
deformes, inadecuados para el cielo. Otros verán que no prestaron
atención a sus hijos ni les dedicaron tiempo, amor y ternura; su
desidia hizo de sus hijos lo que son. Los maestros verán dónde
pudieron haber trabajado por el Maestro intentando salvar los casos
aparentemente incorregibles que desecharon en los tiernos años de
la juventud. Y los miembros de iglesia verán que podrían haber
hecho un buen servicio al Maestro ayudando a aquellos que más lo
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necesitaban. Mientras prodigaban su interés y su amor a sus familias
había muchos jóvenes inexpertos que podrían haber sido llevados a
sus corazones y sus casas y cuyas preciosas almas se podrían haber
salvado con interés y un cuidado amable.
Los educadores deberían saber cómo salvaguardar la salud de sus
alumnos. Deberían disuadirlos de fatigar la mente con demasiados
estudios. Si dejan el colegio conociendo mucha ciencia pero con